Tribuna

La primavera de los rumores

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La política ha robado el plano a la tradición popular durante esta Semana Santa que hoy concluye. Quién lo iba a esperar en estos tiempos de populismo. La doble crisis de Gobierno hábilmente filtrada el Domingo de Ramos, en una especie de conspiración digna de la mejor tradición clásica, llega al de Resurrección aún candente en su vertiente andaluza y es evidente que aún nos queda más de un mes de incertidumbre, de rumores y, también, de enterados que presumen de saberlo todo, esos que, como en los fichajes futbolísticos, apuestan a tantos números que alguna vez aciertan y con eso les vale para afianzar su autoestima. Ya el martes, cuando todavía Chaves no había cogido el avión para Madrid, circulaban listas y listas de futuros consejeros, todas ellas supuestamente contrastadas «por tres fuentes», mientras el presidente de la Junta in pectore, Griñán, sólo estaba ocupado en elaborar el discurso teórico de la que será su acción de gobierno.

La confabulación, el chismorreo, las maniobras para colocar a un candidato o para quemarlo son el pan común de estos días, y quién sabe bajo cuántos capirotes esta Semana Santa se ha rezado con un fervor arcano y olvidado el viejo «Virgencita, que me quede como estoy» o cuántos llevarán conectado el móvil hasta en la ducha «por si me llama Pepe». El populoso stablishment andaluz, con tantos escalones, tantos cargos de confianza, tantos asesores, empresas subcontratadas y demás artefactos está en ascuas ante el cambio y la posibilidad de que esta vez, y pese a las posibles apariencias, no todo cambie para que todo siga igual.

La elección de Griñán para sustituir a Chaves supone a mi juicio ni más ni menos que el triunfo de la lógica. No hay otro político tan preparado como él, ni de lejos, para abordar la difícil situación que se le presenta ahora a Andalucía, donde se unen las complicaciones de la economía mundial, las peculiaridades de la crisis nacional y las debilidades de la propia región, y no hay más que mirar los índices. Necesitamos no sólo conocimiento teórico, experiencia, capacidad de consenso, valores todos ellos demostrados por quien fue el autor del Pacto de Toledo, sino también un bagaje cultural y de pensamiento contemporáneo -la vieja aspiración del rey-filósofo- para afrontar lo que debe ser un cambio estructural profundo, incluso yo diría de la civilización. Son necesarias, como dice en privado un alto cargo del sistema financiero andaluz, medidas de economía de guerra, tanto como es preciso abordar un cambio drástico en esta cultura de la subvención, a todos los niveles, que propugna, ya con menos discreción, un dirigente sindical andaluz. Hemos de abordar una revolución, y no pequeña, que deje a salvo el sistema de protección social, pero que sacuda modos de pensamiento conformistas y estructuras parasitarias, improductivas. La administración pública, sobre todo, debe ser ágil y operativa. Es el momento de dejar atrás tanto aparato, tantos organismos, tanta burocracia inútil y buscar la competitividad y la eficacia del sector privado. Sacudirse complejos y aspirar a la excelencia.

Esto no podrá hacerse si no se abandona la práctica política instalada dentro del PSOE andaluz de reparto de cuotas territoriales, familiares, etc. La presencia de Luis Pizarro al lado de Griñán puede ser, en este sentido, una garantía de que, al menos por ahora, el partido obedecerá al nuevo presidente que, si ha aceptado el cargo ha sido por que ha obtenido plenas garantías de que tendrá las manos libres. Es de esperar, pues, un gobierno de los mejores, de los más capaces. Griñán, dicen sus más cercanos colaboradores, se siente libre porque no aspira a nada, no tiene una ambición personal, a estas alturas de su vida, y está decidido a hacer lo que tenga que hacer.

Por lo tanto, que la suerte, y la sabiduría, le acompañen.