La oposición tailandesa revienta la cumbre de líderes asiáticos
Actualizado: GuardarSe veía venir. De hecho, los camisetas rojas, seguidores del depuesto primer ministro tailandés, Thaksin Shinawatra, ya habían avisado de que harían todo lo posible para reventar la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Su objetivo: hacerse oír contra un Ejecutivo al que acusan de antidemocrático. Ayer, ni siquiera el cambio de ubicación, de Bangkok a Pattaya, evitó que cumplieran su promesa. Una vez más, los manifestantes dejaron en evidencia la falta de control del Gobierno y la inestabilidad política que sacude al país.
El caos comenzó cuando aún no habían llegado todos los líderes al hotel en el que se iba a celebrar la cumbre de la ASEAN, cuya presidencia de turno recae en Tailandia. Unos trescientos camisetas rojas rompieron el cordón policial y, después de apedrear las ventanas del establecimiento, invadieron su interior. Así obligaron a la mitad de los jefes de Estado, incluido el local Abhisit Vejjajiva, a escapar del edificio por la azotea, en helicóptero y con destino a la base militar de U-Tapao, que se hizo célebre a finales de 2008 cuando la cumbre se pospuso por primera vez. Entonces fueron los 'camisas amarillas', detractores de Shinawatra, los que sitiaron la sede del Parlamento y clausuraron los dos aeropuertos de la capital durante una semana.
Tras el bochornoso desalojo, Tailandia vivió ayer, por unas horas, en un estado que conoce bien: el de excepción. Lo decretó Vejjajiva para garantizar la seguridad del resto de dirigentes que esperaban encerrados en sus hoteles y entre los que se encontraban el primer ministro chino, Wen Jiabao; la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, y el líder de la Junta Militar de Myanmar, el general Than Shwe.
Seis horas después, en uno de esos tradicionales discursos televisados en los que el Ejecutivo de turno aprovecha para justificar sus acciones y lanzar piedras contra sus adversarios, Vejjavija anunció el fin del estado de excepción y que los dignatarios de los países que iban a asistir a la cumbre habían regresado a sus lugares de origen. Como no hay dos sin tres, el primer ministro tailandés anunció que tratará de celebrar la reunión en agosto.