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Jhony fue uno de los más incisivos en el ataque portuense. / VÍCTOR LÓPEZ
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Tarde de gloria en el José del Cuvillo

El Portuense completa una sensacional actuación y consigue una victoria importante ante un Linares poco ambicioso que se mete en un lío con el descenso

MANOLO BORNE
| EL PUERTOActualizado:

Al Portuense le pasa como a los toreros, que está hecho de otra pasta. Con todas las cornadas que está recibiendo, y herido de muerte, siempre lo da todo sobre el campo de fútbol. Ayer casi nadie creía en el equipo por las últimas derrotas cosechadas que lo dejaron al borde del precipicio, pero sacó fuerzas de flaqueza y fue capaz de vencer a un Linares que, si bien no anduvo fino, pero si ha sido su mayor verdugo de toda la temporada, pues le hizo encajar cuatro goles en la primera vuelta del campeonato.

Todo fue distinto en el Cuvillo, en un partido que tuvo de todo como en las farmacias. Vibración, desgana, poco y hasta mucho fútbol por fases, y con la posibilidad de una mayor goleada de los locales, que estrellaron dos balones en los travesaños.

La primera mitad fue algo igualada, con fases en el juego donde los locales, con gran corazón pero con poca cabeza, llegaban a los dominios de la defensa visitante, sobre todo con centros de Rubén Anuarbe. El Linares, por la comodidad con la que jugaba, daba por hecho que el encuentro le iba a resultar fácil, y no llegó a apretar el acelerador. Ofensivamente, los hombres de Tomé poco mérito hicieron, salvo el de encontrarse con dos balones en los pies en despejes defectuosos de Manu Taranilla. Pero antes ya pudo haber marcado el Portuense con el disparo a los 12 minutos de Rubén Anuarbe al travesaño que posteriormente salió fuera. Luego, uno más tarde, Juanan quiso sorprender a Taranilla desde unos 50 metros cuando el portero local había despejado y se encontraba fuera de la portería. Por suerte para el Portuense se fue arriba. Posteriormente, el Portuense replicó con otro cuero al travesaño, esta vez, tras un saque de falta de Diego Ramírez que Nacho Garrido remata al palo largo. Volvió a tenerla el Linares, en otra gentileza de Manu Taranilla, pero en esta ocasión a Pedro Díaz casi al borde del área grande. Su disparo fue detenido por el propio portero local, rectificando de este modo su error anterior. Esto ocurrió a falta de cinco minutos para el descanso.

Tres más tarde, Diego Ramírez centró y el cuero se paseó por el centro de la portería sin que nadie acertara. Ahí se acabó la primera mitad, con demasiadas ocasiones de gol para tan poco fútbol exhibido por parte de unos y otros.

A la vuelta de vestuarios, el Linares sí salió a por el partido, contando en sólo dos minutos con ocasiones claras para marcar, aunque se encontró con un Manu Taranilla que estuvo pletórico en ambas intervenciones. Nada más que se habían disputado 45 segundos de reanudación y un zapatazo de Montiel a la escuadra fue desviado a córner por el cancerbero local. Un minuto más, y esta vez, Sosa disparó por bajo para que de nuevo Taranilla volviese a ratificar que es el más regular del conjunto portuense en esta temporada. Encoraginado el cuadro de Fabregat, se fue arriba sin piedad buscando lo único que le valía como eran los puntos, pero el colegiado evitó que pudiese conseguir su primer gol antes de lo ocurrido, interpretando que Rubén Anuarbe se había lanzado a la piscina en un derribo de Montiel dentro del área. Además le supuso la tarjeta amarilla al defensor portuense, que le obliga a quedarse fuera el domingo en Ceuta.

Las ira del respetable se hizo palpable en los graderios. Fabregat había ordenado cambiar de posición a Vázquez para respaldar a Rubén Anuarbe en sus salidas, mientras Uvi se vino al lateral derecho. La permuta dio el resultado apetecido, ya que el Portuense mejoró su juego, incluso el aéreo, por donde llegaron los dos goles. A los 68 de partido, un balón colgado que la defensa local no llega a despejar es aprovechado por el más listo de la clase, Nacho Garrido, que acierta con la cabeza a introducirlo en la portería a pesar de la salida de Mosso. El Cuvillo, con poco público en esta ocasión, se vino abajo.

En busca de la sentencia

El Portuense creía en sus posibilidades, y lejos de guardar su cosecha siguió yéndose arriba en busca de sentenciar el marcador. Cinco minutos más tarde del primer gol llegó el segundo. Esta vez, el más pequeño pero grande en corazón Sanlúcar se elevó al cielo para imponerse a toda la maraña de defensores linarenses y dejar con su cabeza huella de goleador, peinando el cuero hacia atrás. Se volvió a estrellar en el palo, pero la suerte ya no le podía ser tan esquiva a los hombres de Fabregat y el balón terminó introduciéndose en la portería defendida por Mosso.

Con los puntos en el zurrón fueron pasando los minutos hasta llegarse al final con un triunfo merecido, si no por el juego, al menos por el empeño que pusieron los rojiblancos en el envite. Final apoteósico en el que los jugadores recibieron desde el centro del campo el agradecimineto de su público por el esfuerzo realizado. Habrá que esperar hoy los marcadores de San Fernando y Antequera. Si ambos conjuntos consiguen la victoria en sus respectivos compromisos, dejarían las cosas tal y como están. Pero eso sí, complicarían un poco más el sueño de un Portuense que se resiste a darse por vencido, ya que serían nueve los puntos de diferencia con la salvación a falta de tan sólo doce por repartirse.

Tarde de gloria la vivida ayer en el José del Cuvillo con un partido que hizo justicia al esfuerzo que viene realizando una plantilla que ha demostrado una gran profesionalidad.

Para celebrar, una cena

Los problemas económicos que han fustigado a estos jugadores y que provocaron el éxodo masivo de algunos futbolistas como los Carrasco, Armada o Velázquez no han sido suficientes para que tiren la toalla. Es de mérito que en esta situación, y tal y como comenzaron las cosas en esta campaña, a falta de cuatro jornadas todavía existan posibilidades de salvación para los de Jordi Fabregat.

Por delante quedan cuatro auténticas finales ante Ceuta, Puertollano, Lucena y Granada. Cuatro partidos en los que el equipo tiene claro ya que va a dar todo lo que tenga por dar para perseguir un sueño complicado pero no imposible. O, al menos, para morir con las botas puestas.

Lo vivido ayer fue digno de celebración. Los futbolistas tuvieron el arresto suficiente para, al menos, alegrar la cena posterior al encuentro a los más de cien aficionados que se dieron un homenaje. No habría sido igual de especial si el resultado hubiera sido desfavorable.

Ese encuentro Pro-Racing, organizado con la intención de sacar fondos para ayudar en el aspecto económico a los futbolistas, se celebró en un ambiente digno de los grandes días.