Una de las vecinas que viven en la finca donde creció Chano Lobato, en la calle Santo Domingo, donde se conocía con tristeza la noticia de la muerte del cantaor. / ANTONIO VÁZQUEZ
Sociedad

Santa María llora a su gran flamencoAdiós a Chano Lobato

La muerte de Chano Lobato causó una enorme tristeza entre los vecinos del barrio donde nació y creció

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El silencio que reinaba en las calles de Santa María a primera hora de la mañana resumía el sentimiento de un barrio huérfano. La imperturbable alegría de los flamencos de Cádiz no pudo resistir ayer ante la noticia de la pérdida de uno de sus grandes cantaores. Ni más ni menos que Chano Lobato, el del número 27 de Botica, el que cantaba unas bulerías pa matarse, el que seguía venerando al Nazareno a pesar de que cientos de kilómetros y una salud mermada impidieran rezarle todos los Jueves Santo, como hiciera en su niñez. Sin embargo, su compás y su arte quedarán como herencia infinita de la ciudad. Algunos de los vecinos que le conocieron no se creían aun que Juan,como le conocen los más antiguos del lugar, se hubiera marchado para siempre. «La última vez que estuvo por aquí fue en el año 2006, cuando vino la Reina Sofía de visita a la ciudad y nos lo tuvimos que llevar al hospital, pero yo recuerdo cuando le hicimos el homenaje en 2005 y lo contento que estaba paseando por el barrio», recuerda Julio Sánchez, miembro de la Asociación de Vecinos LasTres Torres. Precisamente en esta visita, aseguran que Chano Lobato reconoció incluso a su primera novia, Juana Fernández, que ayer lloraba a Juan Ramírez como una vecina más. «Sólo de saber que ya está bajo tierra se me quitan las ganas de comer», asegura Juana, que recuerda que lo conoció de pequeña y que se iba a bailar con él. «Intentábamos colarnos en los bautizos para que nos dieran de comer a cambio del cante y el baile», afirma entre risas. Otro de sus amigos, Pepe Ruiz, el propietario del Manteca, no puede evitar emocionarse cuando habla del gran artista. «Era un buen flamenco y tenía un compás indiscutible, pero por encima de todo estaba él como persona,que era mejor que todo esto, así que ya es decir. Era educado, noble, sencillo y nunca pensó en el dinero, a lo que le doy mucho mérito, viniendo de una persona de su posición», asegura el veterano hostelero. Tampoco quiere olvidarse de la imagen de Chano haciendo el compás junto alChato de La Isla y cantando «esa rumbita cubana tan graciosa con la que nos deleitaba», recuerda. Ayer, en El Manteca todos los que llegaban hablaban de lo mismo y Pepe les contaba con entusiasmo sus numerosas historias. «Me he enterado por la prensa pero desde que he salido de casa esta mañana no he parado de hablar de lo mismo»,apunta. Pepe Ruiz y sus muchos amigos gaditanos lamentaron que el entierro secelebrase en Sevilla, «ya que muchos queríamos ir a pasar un ratito con él,aunque parece que la familia va a celebrar una misa en Cádiz para despedirle». Con tristeza recibieron también la noticia los vecinos de la finca donde vivió el cantaor, en la calle Santo Domingo. Allí reside Carmen Lesme, que nos habla de Chano con los sones de un fandango. Cantaba con él y, por eso,qué mejor que una copla para explicar lo que fue el artista. Pero Juan Ramírez ya sabía antes de marcharse del cariño que le profesaba su gente, su ciudad y su barrio. La Asociación de Vecinos de Santa María no quiso esperar a su muerte, y desde hace varios meses tenía encargada una estatua en honor al artista. En este momento, está a la espera de su fundición y en los próximos meses la veremos instalada a las puertas del Centro de Arte Flamenco de La Merced. Allí lucirá la figura del cantaor, sentado en una silla, interpretando alguna copla. Además, hace ya unos meses, el Ayuntamiento puso el nombre de Chano Lobato a una de las calles del barrio, situada a continuación de la Plaza de las Canastas.

La estatua, muy pronto

En la actualidad se encuentra en obras pero cuando éstas terminen volverá a lucir el cartel en honor del cantaor, que siempre estará presente en el barrio de Santa María. Ahora, sus vecinos esperan que sus cenizas también se viertan al mar que baña su barrio y que siempre les ha dado ese carácter marinero, por el cual explican el carácter gracioso y noble que demostrado el flamenco en cada actuación, en cada cita.

Santa María lloraba ayer al gran Chano, igual que lo hacía desde su altar el Nazareno, que el Jueves Santo echará en falta a uno de sus grandes devotos, aunque seguro que el cantaor ya está esperando su salida procesional desde el palco que sus grandes amigos, los que también se fueron de Santa María, le han preparado en lo más alto.