Turismo a la baja

El óptimo comportamiento mostrado por la ocupación hotelera durante el puente de San José no parece que vaya a reproducirse en Semana Santa, con más días de asueto y menos capacidad adquisitiva de los hogares para compaginar el disfrute con las estrecheces de la crisis. No se trata de que se haya reducido el gusto por viajar como que el presupuesto ya no permite los alardes de hace meses. En un contexto de importantes dificultades y de interrogantes sobre el futuro, es comprensible que la demanda turística se resienta, al formar parte del consumo prescindible si la necesidad obliga, y que la oferta deba reajustarse para mantener un nivel aceptable de clientes. Pero el sector tendría que estar en condiciones de discernir qué parte de la pérdida de usuarios se debe a la crisis y cuál puede haberse conformado por carencias en la competitividad de los productos ofrecidos o en su calidad.