Opinion

'D'

| Cádiz Actualizado: Guardar
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Yo, señores, soy una D. Ya saben, una letra D; una letra D solitaria, una letra D que se muere de pena. Que ve pasar en su desamparo el ocaso de su juventud. Soy huérfana de autor, creo, al menos no sé nada de quién me escribió ni de por qué fue tan cruel de no poner junto a mi una dulce vocal que me hiciera compañía y diera sentido a mi existencia; con la que formar una familia...una palabra...una frase... quien sabe, igual hasta un párrafo, que felicidad ver crecer esos vástagos y envejecer a su lado.

Pero el caso es que soy la D más triste del mundo, si fuera X, Y o Z tendría una razón de ser, en el mundo de las matemáticas ellas cobran su heroico y solitario sentido. Aun si no fuera como soy, una D mayúscula, tendría más opciones. Pero sigo sola. Sólo mi bisabuela tuvo su momento de fama, incluso la inmortalizaron en el cine bélico al bautizar así aquel famoso desembarco de Normandía, otras des tienen aún ese papel, pero no yo, yo no soy funcionaria, nací para las artes, no para trabajar para el Estado, además soy más bien pacifista.

La única persona que, al verme, ha reparado en mi abandono es el estúpido que escribe estas líneas; pero no me adhirió físicamente a ellas, el jodido no empieza una frase después de punto con D así lo torturen. Ahí lo tienen, con el futuro que tiene ser D, y yo ignorada, defenestrada de mi propio porvenir y ahora en manos de un tipejo que, tan solo como yo, tan sin vocal ni consonante que le diga «loca me tienes, chulo!» como yo, no tiene otra cosa que ponerme en evidencia en sus pliegos uniendo a mi desgracia la publicidad de su existencia, dejándome morir sin pena ni gloria, lentamente, a capricho del papel biodegradable que me sostiene y me hace a mi también biodegradable, a capricho, en fin, del tiempo. Incapaz en su asombro de darme mi uso natural, sin escuchar mi grito desgarrador y sin vocales (poco sonoro entonces): ¡bórrame, estoy a lápiz! Quizás alguien juzgue desmedido mi afán de trascendencia, pero dense ustedes cuenta, soy la inicial de los Dioses; la de las unidades en que sus vidas gotean del depósito oxidado de sus tiempos, los Días. La Dicha sería imposible sin mí; su enfermizo Dinero me contiene. El Deseo con que se aman, el Dolor que les conmueve. sin mí caminarían sin Dirección y no habría nada por lo que tuvieran Devoción; cómo es posible que nadie me otorgue un lugar; tal vez porque de todos los vocablos en los que participo, para ustedes sólo quedan los que me tienen por prefijo, y siempre usan el mismo, que ya tiene en nómina su propia D: Des-amor, Des-vergüenza, Des-gana ... ¿y saben qué? Si es como digo muero feliz; porque yo soy la D de los términos nobles, y si el Des-uso de los conceptos y esencias que describen me asesina, sepan que mi agonía se adorna de una sonrisa porque moriré sin mancha. Y aquí, con mis condolencias a su mundo Des-provisto de virtud, me Des-pido...