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DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

De metros, tranvías y autobuses

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Esta semana hemos estrenado el primer metro de Andalucía, el de Sevilla, un proyecto que ha visto la luz después de 40 años y tras el cual vendrán los metropolitanos de Málaga y Granada. En la capital hispalense ha sido, no cabe duda, un acontecimiento histórico, adjetivo éste que se suele usar muy alegremente en lugares como nuestra querida Jerez, pero que en esta ocasión refleja fielmente la realidad del momento. Mientras los sevillanos están como un niño con play station nueva -el metro viene a solucionar un grave problema de transporte en la ciudad vecina- nosotros, en el terreno de las comunicaciones, nos encontramos en un atasco con todos sus avíos. En el horizonte, aunque es probable que no haya que esperar 40 años, se encuentra una iniciativa excesivamente costosa y cuya utilidad pública es evidente que todavía está por comprobar, el tranvía. Por el bien de la ciudad espero poder proclamar en el futuro mi falta de vista, pero es que yo esto no lo veo. El tranvía de Jerez se va a convertir en el proyecto más costoso de la historia reciente de la ciudad y precisará de unas obras cuasi faraónicas que van a mantener empantanada Jerez por mucho tiempo. Es cierto que como atractivo estético eso de recuperar la imagen de los tranvías recorriendo nuestras calles es una bonita fotografía, pero ¿cuánto nos va a costar el reportaje? Jerez crece a un ritmo alto. Sin ir más lejos, el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) aprobado esta misma semana por la Junta de Andalucía estima que en diez años habremos llegado a 270.000 habitantes. Es decir, que lo que ahora son problemas de tráfico y transportes pueden ser una tragedia en muy poco tiempo si no se ponen en marcha los mecanismos adecuados. Así las cosas, el tranvía sólo tendrá sentido si soluciona de verdad el mapa de las comunicaciones en Jerez, si descongestiona de coches el centro, si se convierte en una herramienta útil para que los jerezanos puedan acudir a su trabajo o a las compras con relativa facilidad. Coincide esta reflexión con un nuevo enquistamiento de las relaciones entre el Ayuntamiento de Jerez y la empresa concesionaria de los autobuses urbanos, Cojetusa. Es mucho el dinero que se le debe a esta compañía desde hace demasiado tiempo. La papeleta no es fácil. Pero la voz de alarma que ha dado la propia dirección de Cojetusa días atrás ha dejado al descubierto dos cuestiones ciertamente preocupantes. La empresa tiene problemas, incluso, para abonar las nóminas de sus trabajadores, quienes dicho sea de paso se han labrado a base de amenazas de huelga en Feria uno de los mejores convenios colectivos del mundo mundial. A esto hay que añadirle que tras los cambios efectuados en las líneas del autobús por mor del renombrado Plan de Movilidad, el número de viajeros ha descendido hasta un 15%. Una auténtica barbaridad. Sobre la primera cuestión, sólo el hecho de que la compañía haya destapado que tiene problemas económicos constituye un magnífico caldo de cultivo para que sus empleados estén ya relamiéndose pensando en una huelga para la Feria. Tendremos amenaza de nuevo, no lo duden. En cuanto al bajón en la cantidad de usuarios del bus, nos encontramos ante la evidencia de que algo está fallando; de que, en el caso hipotético de que el tranvía fuese la solución a nuestros males, no podemos esperar un puñado de años en la parada a que venga a recogernos. En las ciudades del siglo XXI los transportes representan la primera cuestión en importancia a la hora de gestionar. Jerez todavía está a tiempo de solucionar sus problemas en este sentido pero, sin duda, no parece que vaya en la dirección correcta.