De otro planeta
Unos estudios de Alcobendas ultiman 'Planet 51', la cinta más cara de la historia del cine español, que Sony estrenará en 3.400 salas de Estados Unidos
Actualizado: GuardarAlcobendas no sólo está emparentada con Hollywood gracias al Oscar de Penélope Cruz. En un polígono industrial de la calle Caléndula, 300 artistas de 20 nacionalidades se afanan en terminar a tiempo la película más cara de la historia del cine español. Planet 51 ha costado 55 millones de euros, un presupuesto mayor que Ágora, la última de Alejandro Amenábar. Sony Pictures estrenará esta cinta de dibujos animados en 3.400 salas de Estados Unidos el 20 de noviembre, una fecha señera en el calendario -el Día de Acción de Gracias-, reservada a los filmes acontecimiento. Una semana después lo hará en el resto del mundo. Un vistazo a su deslumbrante tráiler (www.sonypictures.com/movies/planet51) constata que el primer largometraje de los estudios Ilion no tiene nada que envidiar a las superproducciones de Pixar y Dreamworks. «Tenemos un estilo propio, pero nuestras influencias son las que son. Y son buenas. Nuestra cultura audiovisual proviene de Estados Unidos», reconoce el director Jorge Blanco. Planet 51 narra las hilarantes aventuras de un astronauta que llega a un planeta habitado por seres verdes de cuatro dedos. Viven felices en una civilización similar a la América de los años 50, con sus hamburgueserías y barbacoas en el jardín. El extraño es él, tal como le sucedía a Goomer, el explorador perdido entre extraterrestres de los dibujantes Ricardo y Nacho.
El comienzo
«Los alienígenas son frecuentes en el cine, pero no tanto en la animación», explica otro de los directores, Marcos Martínez. «Se nos ocurrió un Expediente X al revés: ¿qué pasaría si los que temen y terminan sufriendo la llegada de un marciano son los propios extraterrestres?». Un universo utópico y feliz pero también paranoico. «Recrear los años 50 era lógico por el pánico a marcianos y comunistas, pero además resultaba muy atractivo trasladar Cadillacs y hamburguesas a otro planeta. Ponerle tupé y patillas a un marciano resultaba divertido».
Todas las cifras relativas a este «asalto al fortín estadounidense», como lo califican sus creadores, resultan abrumadoras. El proyecto nació hace siete años y se han escrito 150 versiones del guión. 16 millones de figuritas acompañarán al menú infantil de una cadena de hamburgueserías. La inversión total, incluidos los programas para móviles y un videojuego multiplataforma desarrollado por Sega, rondará los 150 millones de euros. Las voces principales -hay 440 personajes- corren a cargo de estrellas como Dwayne The Rock Johnson, Jessica Biel, Seann William Scott, Gary Oldman y John Cleese. Sólo en publicidad se invertirán 90 millones de euros. «Si se hubiera hecho en Estados Unidos habría costado el doble», advierte el productor Ignacio Pérez Dolset, especialmente orgulloso de que la NASA haya cedido su logotipo, algo que no sucedía desde Space Cowboys, de Clint Eastwood.
Pérez Dolset es también el consejero delegado de Pyro Studios, los creadores de la saga de videojuegos Commandos, que ha vendido más de 5 millones de copias. La mayor parte del equipo procede de esta factoría, que ha llegado a desarrollar software propio de animación. Un motor gráfico bautizado Cyclops, capaz de animar la última brizna de césped y simular con realismo un rayo de sol sobre la carrocería de un coche volante. «Lo más complicado son los detalles», concreta Pérez Dolset. «El movimiento del pelo, los flujos del agua... El tratamiento de la luz y la integración de los personajes en los escenarios resulta fundamental».
Disco duro gigante
Los cientos de ordenadores de Ilion no están conectados a Internet ni cuentan con puertos USB: así se evitan pirateos de imágenes. En una planta de su sede en Alcobendas se prepara una nueva película que verá la luz en 2012. No sueltan prenda por temor a que les copien la idea. «Ya nos pasó una vez y hemos escarmentado». En el sótano, blindado como un búnker, palpita una inmensa máquina negra: el disco duro de acceso inmediato más grande de España.
El equipo de Planet 51 cierra estos días en Los Ángeles las ventas internacionales. Tienen la experiencia de los once videojuegos que Pyro ha movido por países donde ni siquiera sabían colocar el nuestro en el mapa. «Cuando íbamos con Commandos nos decían: '¿España? ¡Pero si allí sólo hay naranjas!'», recuerda Pérez Dolset.
Desde que Toy Story cambió el rumbo del género en 1995, las películas de dibujos han dejado de considerarse como un mero entretenimiento infantil. Atrapan a una audiencia adulta gracias a la ironía y el ingenio de su guiones, al tiempo que arrasan en taquilla; entre los diez largometrajes que más recaudaron el año pasado en España se encuentran Kung Fu Panda, Madagascar 2 y Wall-E. Ilion planea que 'Planet 51' sea la película familiar por excelencia estas Navidades. Tendrá como rivales el reestreno en 3D de Toy Story (2 de octubre) y Un cuento de Navidad, de Disney (6 de noviembre).
«Queremos gustar a todo el mundo», confiesa su productor. El espectador americano ni siquiera se dará cuenta de que Chuck el astronauta y compañía proceden de un país sin tradición en la animación, pero con artistas de talento trabajando en las principales factorías de sueños: Disney, Pixar...
Con un 70% del equipo de Planet 51 español, sólo el guionista es americano, Joe Stillman, autor de las dos primeras partes de Shrek. «Probamos a guionistas españoles y nadie estaba preparado. El mejor cine de animación es estadounidense. Joe tiene las ideas muy claras, es muy metódico y simplifica mucho las cosas. Supo sacar los giros y particularidades que hacen memorables los personajes». El libreto de Stillman incluye referencias cinéfilas como un perro-alien y guiños a E.T. y Regreso al futuro.'Planet 51 constituye un antes y un después en el cine de animación español.
En los estudios de Alcobendas suena Space Oddity, la canción de David Bowie que ha servido de leit motiv durante todos estos años. Ignacio Pérez Dolset: «En cine te dicen que no arriesgues tu dinero, pero, en fin, vamos al límite.
Una película era también entretenimiento, tecnología visual y la misma motivación que nos llevó a los videojuegos: competir con los mejores productos extranjeros».