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Barack Obama y su mujer fueron recibidos ayer por la Reina Isabel II. / EFE
MUNDO

Obama y Medvédev logran modestos avances para reducir el arsenal nuclear

Muestran buenas intenciones en su primera reunión pero mantienen discrepancias sobre el escudo antimisiles y la invasión de Georgia

RAFAEL M. MAÑUECO
| CORRESPONSAL. MOSCÚActualizado:

Infunde optimismo y tranquilidad que los presidentes de las dos principales potencias nucleares del planeta, Barack Obama y Dmitri Medvédev, anuncien tras su primer encuentro, celebrado ayer en Londres, que se proponen acometer una nueva reducción de sus arsenales atómicos. Desde la OTAN se dio la bienvenida a ésta declaración-marco. También a que ambos mandatarios afirmen tener intención de colaborar estrechamente para regular conflictos, erradicar la lacra del terrorismo o estabilizar la situación económica mundial.

Pero se esperaba más del cacareado 'reinicio' de las relaciones entre Rusia y EE UU. La primera cumbre de la nueva etapa ruso-americana ha servido para que Obama y Medvédev se conozcan personalmente y establezcan un calendario para la renegociación de un nuevo acuerdo de reducción de armamentos estratégicos. El START-1, firmado en 1991, vence el 5 de diciembre del presente año. Poco más se consiguió ayer salvo buenas palabras y poca concreción sobre el papel.

Los tres grandes contenciosos que han venido empañando el diálogo entre Washington y Moscú en los últimos años -la cooperación militar y nuclear con Irán de Rusia, el escudo antimisiles norteamericano en el este de Europa y las consecuencias de la invasión militar rusa en Georgia- siguen como estaban. Las discrepancias referentes al escudo y Georgia se reflejaron incluso en el comunicado final de la reunión.

Lo más tangible es que Obama efectuará una visita a Rusia en julio y, como estima el americanista ruso Serguéi Rógov, servirá para precisar más el contenido del tratado que deberá sustituir al START-1. En 2002, los anteriores presidentes ruso y estadounidense, Vladímir Putin y George W. Bush, acordaron una reducción complementaria de sus cabezas nucleares hasta alcanzar 1.700-2.200 en 2012. Según Rógov, la idea ahora es ir mucho más allá.

El «mercadeo»

Sin embargo, a juzgar por lo que manifestó el mes pasado el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, durante la negociación podrían surgir serias dificultades. Lavrov propuso una disminución no sólo de las ojivas atómicas, sino también de los cohetes que sirven para conducirlas a su objetivo. El jefe de la diplomacia rusa pretende además que el nuevo acuerdo incluya el compromiso por ambas partes de no desplegar misiles fuera de sus respectivos territorios, lo que impediría a Washington ultimar su proyecto de escudo en Polonia y la República Checa. Por la cuestión de Irán pasaron de puntillas los dos presidentes y de la espinosa ampliación de la OTAN a Georgia y Ucrania no se comentó nada. Se limitaron a lanzar un llamamiento conjunto para que el régimen de los ayatolás «restablezca la confianza internacional», en alusión a su programa nuclear. Recientemente, Obama le envió a Medvédev una carta proponiéndole renunciar al escudo a cambio de una mayor colaboración en la tarea de disuadir a Teherán de que renuncie a sus ambiciones atómicas. En Madrid, precisamente, Medvédev advirtió que son cosas diferentes y que no puede haber «mercadeo».Afganistán fue otro de los puntos en el que ambos jefes de Estado decidieron trabajar juntos.

La OTAN necesita a Rusia y a los países del Asia Central ex soviética para garantizar los suministros a las tropas destacadas en el teatro de operaciones. Es de prever que el Kremlin echará mano de esta palanca para obtener concesiones en otros terrenos. Por ejemplo, si se produce un nuevo enfoque en relación con el escudo.