El nuevo ministro israelí incendia el plan de paz para Oriente Próximo
| JERUSALÉNActualizado:Si alguna vez alguien creyó en un proceso de paz entre Israel y los palestinos posterior a Anápolis puede empezar a temblar. En el mismo acto de su toma de posesión en el Ministerio de Exteriores, sin dar un respiro a la legión de detractores que ha clamado que su designación es una amenaza estratégica para Oriente Próximo, Avigdor Lieberman usó su primer discurso para anunciar que el tiempo de hablar de concesiones se ha terminado. Y que el Estado judío, que desde ayer gobierna Benyamin Netanyahu gracias a su fundamental apoyo, no tiene ningún compromiso que cumplir con aquella vía de paz abierta en noviembre de 2007 por George W. Bush.
«Hay un solo documento que nos obliga (la Hoja de Ruta de 2003) y no es la conferencia de Anápolis, que no tiene validez. El Gobierno israelí nunca la ratificó, y tampoco el Parlamento. Nunca aceptaremos saltar todas las cláusulas e ir a la última, que es la negociación sobre un estatus final», fueron las palabras con las que el ultranacionalista líder del Yisrael Beitenu sentenciaba el proceso. Desde Londres, un alto funcionario que acompaña a Barack Obama en la cumbre del G-20 fue rotundo: «Nuestra postura sigue siendo que una solución de dos Estados -dijo- es favorable para nuestros intereses y los de la región».
El primer atisbo de colisión entre Israel y la Administración norteamericana está, pues, sobre la mesa, máxime cuando un funcionario del Ejecutivo judío respaldaba ayer desde el anonimato lo dicho por Lieberman. «No hay ningún problema, él se está distanciando a sí mismo de la etiqueta de Anápolis».