ANÁLISIS

Otra oportunidad

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Saldrá algo útil de la cumbre del G-20? Es deseable, pero no es seguro. Ni siquiera es muy probable. No existen problemas en cuanto a los principios a implantar y las tareas a acometer. Se trata de incrementar los controles sobre el sistema financiero, de manera que no se repitan las catástrofes de los últimos meses, y de impedir la vuelta de los sistemas proteccionistas que limitan el comercio internacional e impiden el desarrollo. Hasta ahí todos de acuerdo. Luego, cuando llega la forma concreta de implementar los principios, se contabilizan más discrepancias que coincidencias.

Entre los acuerdos que pueden darse por seguros se encuentran el apoyo a los planes de recuperación de la demanda, algunos ya iniciados, y a los dirigidos a la salvaguarda de las entidades financieras. Después se pedirá a los bancos centrales que mantengan la laxitud de su política monetaria el tiempo que sea necesario para reanimar la demanda. Por el camino se duplicarán, al menos, los fondos disponibles por el FMI. Más tarde, oiremos declaraciones ampulosas acerca de la lucha contra el proteccionismo, lo que no evitará que a algunos les crezca la nariz en proporciones pinochescas: según el Banco Mundial, 17 miembros del G-20 han introducido algún tipo de medidas proteccionistas desde la cumbre de Washington en noviembre.

La lista de los desencuentros es más larga. No hay acuerdo ni sobre la catalogación de los paraísos fiscales, ni sobre las medidas a adoptar frente a ellos. Tampoco sobre la regulación a aplicar a los hedge funds y las limitaciones que deberían imponerse a los sueldos de los financieros. Se discrepa sobre la cuantía y la forma de establecer el refuerzo del capital de los bancos. Y, finalmente, nos quedarían tres miuras corniveletos: la nueva regulación de las agencias de rating; la revisión de las recientes normas contables y la creación de un regulador mundial del sistema.

En resumen, mucho trabajo por delante, muchas cuestiones para debatir, muchos acuerdos por lograr y muchas esperanzas depositadas en la cumbre. Es decir, demasiado riesgo de vernos defraudados.