De París al Pópulo por el camino más largo y despertar en Tarifa
| CÁDIZActualizado:Resulta más que paradójico (y común en una banda que se jacta de irónica): un álbum titulado No line on the horizon esconda como parábola la necesidad de derribar las distancias que separan las culturas, en este caso, Europa y África. De eso van las 11 canciones en su conjunto (luego cada una tiene su propia historia) y esa era la idea que debía captar el artista Anton Corbijn cuando se le invitó a hacer un documental sobre el disco en mayo de 2008 y que se tituló Linear.
Para ello, se valió de la fábula narrada en la octava pista, Fez-Being born. Es el cuento de un policía de tráfico francés de origen marroquí que comienza el documental patrullando las calles de París. Pasadas un par de canciones, se quita el uniforme, se deshace de su motocicleta reglamentaria y emprende un viaje hacia sus orígenes. A toda velocidad, como si tuviera prisa por deshacerse de todo lo que deja atrás y encontrarse a sí mismo. En el largo camino que recorre (unos 2.000 kilómetros) hay que parar, por supuesto. El protagonista (interpretado por un atormentado Said Taghmaoui) para en una venta de carretera que, en teoría, debe de estar en algún lugar de la provincia de Barcelona (si tenía tanta prisa, podría haber cogido por Irún). Detrás de la barra atiende una camarera rubia (con poca pinta de española, la verdad), que le sirve una ensalada y que ha hecho célebre al dueño del local, que ya ha llamado Ensalada U2 lo que toda la vida ha sido una mixta.
En ese mismo establecimiento se ponen a ver la televisión, que emite con bastantes interferencias (en eso parece que ya ha llegado a la Janda) una actuación de los propios U2. Y, aunque todavía estuviera en Barcelona, entre la escena del bar y Cádiz sólo hay una canción de por medio. Y ni una, porque al final de ésta, el motorista cruza un cartel que avisa que la ciudad está a siete kilómetros (no hay ningún cartel como ese en la realidad y más que venir de San Fernando o por el Carranza parece estar ya en la costa barbateña por el tipo de carretera). De hecho, el joven francés aparca su moto junto a un local (llamado Bay, Bay... que significa Bahía en inglés) de dudosa reputación y donde varias chicas bailan una especie de stiptease al ritmo del primer single radiofónico, Get on your boots.
Pero tanta carnalidad cansa al atribulado héroe, que aparece de pronto sentado en el Campo del Sur de la capital y comienza una larga caminata (al ritmo de la canción Moment of surrender, la balada al estilo One y la más larga del CD) por el barrio de San Juan, Santa María, El Pópulo (como si fuera un comparsista) y, una vez que ha entendido que en ese laberinto no encontrará lo que andaba buscando, se vuelve al Campo del Sur y baja a una playa... que es la de Santa María. Allí, se acuesta frente a la orilla y, al despertar, se encuentra en Tarifa (caprichos del cine), desde donde contempla las montañas de África. Mira a su alrededor y ve una pequeña barca. Se monta, se pone a remar (con poco estilo) y... fin.