
La nueva dimensión
El cine en 3D despega definitivamente para salvar a una industria en crisis por la piratería y obligada a reconvertir sus salas
Actualizado: GuardarWilliam Castle sabía cómo atraer público a los cines en los años 50 combinando el horror con el arte de los mercachifles. En las proyecciones de House on Haunted Hill hacía volar esqueletos de plástico sobre las cabezas del público; para The Tingler patentó el Percepto, un motor vibratorio bajo la butaca que se activaba cuando el gigantesco ciempiés se arrastraba por la pantalla; la empresa Lloyd's de Londres aseguró a los espectadores de Macabre por si morían de miedo.
El cine como experiencia extrema. El espectáculo de feria que, por fortuna, transcurrido más de un siglo nunca ha dejado de ser. Las tres dimensiones también prometían una inmersión total cuando Los crímenes del museo de cera rompió todos los récords del género de terror en 1953. Pero aquellas gafas de celofán azul y rojo, que ya provocaban mareos y cefaleas en los años 40, nunca dejaron de ser un juguete defectuoso.
El cine estereoscópico resurgía cíclicamente como un inofensivo gadget nostálgico. Pero ahora va en serio. La tecnología digital no sólo ha logrado que, efectivamente, las películas se vean en tres dimensiones, sino que se erige en la salvación de una industria tocada de muerte por la piratería y el cambio de hábitos sociales. Como vendía William Castle, mantiene la promesa de emociones más fuertes que la vida.
Hollywood estrenará este año 23 películas en 3D. Y a finales de 2009 se prevé que en España haya 60 salas equipadas con el no va más en proyección estereoscópica. El 3 de abril llega Monstruos contra alienígenas -la primera cinta de animación concebida expresamente para ese formato- y el 14 de agosto aterrizará Up!, la nueva maravilla de Pixar.
No sólo son dibujos animados. El 18 de diciembre, Avatar pondrá a cero el reloj del cine del siglo XXI. Su director, James Cameron, ha tenido que esperar a la tecnología que haga posible «una realidad alternativa». El autor de 'Titanic' pretendía estrenarla sólo en salas 3D. Está tan convencido de la viabilidad de un filme que ha costado casi 300 millones de dólares como Steven Spielberg, George Lucas y Peter Jackson.
Jeffrey Katzenberg, presidente de Dreamworks, lo dejó claro en su visita a Madrid: «Nos encontramos inmersos en un momento decisivo en la historia del cine. El 3D es la tercera revolución tras el paso del mudo al sonoro y del blanco y negro al color». Sin embargo, matiza: «Las películas son películas. El 3D mejora la experiencia del espectador, pero no tiene la capacidad de convertir una mala película en buena».
Una apuesta firme
Hollywood marcará la pauta al resto del mundo. Rafael Urío, director de operaciones de Yelmo Cineplex, admite que la digitalización de salas en nuestro país no va tan rápido como en Estados Unidos. Su cadena explota 370 pantallas, 25 de las cuales serán en 3D a finales de año. «En los últimos tiempos se ha alcanzado tal desarrollo del sistema que la inmersión del espectador es total. Los cines tenemos que ofrecer un producto distintivo que no se encuentra en el hogar, ni como acto social ni como experiencia». Para colmo, el cine estereoscópico no se puede piratear: sin gafas, la imagen resulta borrosa e imposible de capturar con una cámara de vídeo. La pregunta del millón es quién va a asumir el coste de la reconversión al digital del parque de salas. Sustituir un proyector tradicional por uno digital en 3D puede llegar a los 150.000 euros, sin tener en cuenta las reformas necesarias en las cabinas. Después están las gafas, en régimen de compra o alquiler.
Fuertes inversiones para el exhibidor y un ahorro abismal para el distribuidor, que ya no tiene que pagar el tiraje de copias en celuloide, el transporte y el seguro. Hoy una bobina de dos horas cuesta 2.500 euros, y un título potente puede salir con 500 copias, así que la multiplicación resulta millonaria. El mismo filme en formato digital adopta la forma de un disco duro con gigas comprimidos, algo así como un pen drive encriptado que sale por 50 euros.
«La película ya no es algo tangible», revela Raúl Cabrera, director de márketing de Cinesa. «Todavía no es factible por la velocidad de transmisión, pero en un futuro cercano llegará directamente del ordenador de la distribuidora al proyector». Cinesa es la compañía de exhibición que tendrá más pantallas 3D en nuestro país a finales de año: 38. Cabrera asume que «Hollywood se va volcar» con este formato. «Es una apuesta firme de los que mandan en este negocio, espoleados por una crisis global que se llama piratería y que viene gestándose de manera incontrolada en España desde hace años sin que nadie sepa o quiera hacer nada».
En Estados Unidos ya se ha llegado a un acuerdo entre distribuidores y exhibidores para asumir entre ambos las inversiones del 3D. El VPF (virtual print fee o tarifa de copia virtual) reembolsa a los cines parte del ahorro del distribuidor. «En España tenemos claro que deben ser las salas quienes asuman sus innovaciones técnicas, como en su día hicieron con el sonido Dolby o las butacas en grada», sostiene Víctor Arias, director de ventas de Hispano Foxfilm. El espectador deberá pagar «de dos a tres euros más por entrada», señalan desde Yelmo Cineplex.
La división española de Fox abrazará el 3D este año con los estrenos de Ice Age 3 y Avatar. «Sólo en esas dos películas nos hemos dejado 500 millones de dólares como productores, así que difícilmente podemos correr con los gastos de exhibición». A los empresarios de salas les queda pedir ayudas a la Administración y rezar para que las majors no sufraguen los equipos: sólo proyectarían así sus productos, entregando ya definitivamente la cartelera al gigante americano.
De momento, las tres dimensiones y el cine tradicional están condenados a convivir. Avatar y el resto de títulos se estrenarán en ambos formatos y se calcula en 600 el número de salas necesarias para una óptima explotación de la tecnología. Desde Fox remarcan la «esperanza» que las gafas simbolizan. «Una vez más, es el enroque del cine respecto al ocio doméstico».