Sociedad

'Avatar' inicia una nueva era

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Aquellas viejas gafas de celofán solían convertir la visión de subproductos en una tortura. Se colocaban en momentos puntuales para provocar la sensación de profundidad y relieve en escenas de acción. El nuevo 3D va más allá de contemplar la faz del monstruo a un palmo de nuestras narices. Las gafas se mantienen puestas durante toda la proyección. Y pese a la existencia de tres sistemas distintos (Real D, adoptado por Cinesa; XPand, de Yelmo; y Dolby 3D), la efectividad es similar.

James Cameron -todavía el director más taquillero de todos los tiempos con Titanic- empezó a investigar hace nueve años las posibilidades de la tecnología 3D. Junto al director de fotografía Vincent Pace desarrolló una cámara que puso a prueba en el corto documental Ghost of the Abyss, sobre el pecio del Titanic, exhibido en salas Imax.

Avatar es la superproducción hacia la que se mira como puerta de entrada a una nueva era. Un filme de ciencia-ficción ambientado en el planeta Pandora, repleto de espesas junglas y habitado por alienígenas azules de 4 metros de altura. Su protagonista es un ex marine parapléjico, llamado a contactar con la civilización extraterrestre. No hay actores conocidos. Las únicas estrellas son unas imágenes jamás vistas.

Una realidad alternativa

Fox estrenará Avatar en todo el mundo el 18 de diciembre. Víctor Arias todavía no la ha visto, pero adelanta que Cameron ha creado «un nuevo lenguaje». El director ha mantenido un secretismo absoluto durante el rodaje y sólo ha concedido una entrevista por e-mail a Variety, donde asegura que ya sólo filmará en 3D. «Cuando uno ve una secuencia en este formato, la corteza visual concluye, a un nivel subliminal pero generalizado, que lo que está viendo es real, y eso es un efecto magnífico».

Cameron admite que Terminator o Titanic podrían haberse beneficiado de esta técnica, que concibe como «una extensión natural» de su oficio de cineasta. «La mayoría de la gente cuando piensa en las tres dimensiones imagina objetos que flotan o se proyectan hacia el público. En realidad, en una buena película estereoscópica esas tomas deberían ser más la excepción que la regla. Se trata de observar una realidad alternativa a través de una ventana, una ventan excepcional».