El pregón de los recuerdos
El homenaje al padre Jesús Fernández de la Puebla Viso y el recuerdo a Manolito Mesa fueron los momentos álgidos de la exaltación La presentación de su hermano, brillante y sentida
| JEREZ Actualizado: GuardarSe esperaba con ansiedad el pregón de Manuel Garrido Arcas, y por fin quedan sólo seis días para Semana Santa. La presentación de su hermano, Francisco Garrido Arcas, fue de profundo calado, donde habló de las raíces de nuestra Semana olvidándose de lo superfluo. Habló de la Pasión del Señor según Jerez, pero desde la profundidad. Calificó a su hermano de «un cofrade importante, que será el que lleve la primera cruz de guía. Ver a Manolo como el primer nazareno de Jerez comprometido en la causa de Dios y de su Iglesia, me llena de satisfacción y de alegría». Una presentación donde habló de la hermandad de la Amargura, de la Madre de Dios de la calle Medina, y del paso de Manuel por las distintas Juntas de Gobierno de la hermandad del Miércoles Santo y recordó que es cofundador de la Mortaja. «Que levante con orgullo la cruz que Jerez le entrega. Ten confianza, los mantos de todas las vírgenes jerezanas te protegen». Acabó la presentación haciendo una breve referencia al pregón de Jesús de la Puebla Viso, y llegó la primera de las sorpresas de la noche, cuando en el Villamarta resonó la voz clara del buen mercedario. Un gesto que define la categoría del presentador del pregonero, que quiso acordarse de uno de los cofrades más queridos de la ciudad. Se fue sin querer el aplauso, lanzó un beso al cielo, besó también a su hermano, y le dejó el atril a Manuel Garrido Arcas. El atril de su compromiso.
Y salió comprometido, fajado en la faena el pregonero, que no dudó en subir al atril y en una bella introducción, pidió por el padre Jesús de nuevo, simulando un encuentro entre el padre Jesús y el pregonero con la Merced por testigo, siendo finalmente el mismo Jesús el que se muestra al pregonero, regalando una plegaria del mercedario en el cielo.
Comenzó el pregón hablando de compromiso, de catolicismo y de fe. «Veremos si formamos la verdadera hermandad de Cristo. No podemos dudar del afán de nuestra Iglesia para atraer y amar a los que la formamos, pero sabemos de la necesidad de nuestra entrega en tiempos de crisis económicas, con el azote del paro». Un pregón social y comprometido, donde habló de paro, aborto, violencia de género... «miles de capirotes... ¿Dónde están nuestras voces ante todo esto? No podemos pregonar la Pasión del Señor sin ser conscientes de que la historia de nuestra redención no forma parte de una obra teatral».
Tras agradecer a su hermano la presentación, y también su orientación en su propia vida, el pregonero entró en materia. Y entró a la manera clásica. La estructura del pregón quedó clara desde el principio, ya que Garrido Arcas comenzó hablando de la Borriquita y la Estrella, de quien dijo que viéndolo entrar triunfante en Jerusalén, ya sabía que el final era de cruz. Y continuó hablando del Perdón, reflejando de manera muy sutil los problemas que tiene la corporación con la Ermita de Guía, y que le han llevado a establecer su sede canónica en la Catedral. Y al seguir hablando del Transporte, ya dejó bien a las claras que haríamos un recorrido típico por la Semana Santa jerezana siguiendo los horarios e itinerarios oficiales de paso por la Carrera Oficial jerezana.
El fenómeno de las asociaciones religiosas, de las agrupaciones parroquiales a las que calificó de milagros de la juventud, fue analizado en profundidad por el pregonero al dedicarle un bello verso a las hermandades de la Paz y de la Humildad y Paciencia, dos ejemplos, en boca del pregonero, de compromiso con la iglesia y con la labor social de la misma.
La nueva disposición del Señor de la Sagrada Cena, sin el apostolado debido a la restauración del paso de Castillo Lastrucci, la usó el pregonero para preguntarse si es que los apóstoles hayan dejado de lado al Señor, y continuó hablando de todas las advocaciones del Lunes Santo. Se notaba que el pregonero no quería decepcionar a ninguna de las cofradías de la ciudad, nombrándolas a todas. Un recorrido en verso por cada día de la Semana Santa, sin entrar en profundidades con ninguna, pero siendo un poco de todas.
Pedir la salida bajo palio de Salud y Esperanza, la dolorosa de la hermandad de San Benito, le sirvió al pregonero de excusa para detenerse algo más en la cofradía del Polígono, de la que resaltó su juventud y compromiso de nuevo con la iglesia. Con la Defensión, hermandad que comparte sede canónica con la suya de la Mortaja, creyó conveniente recordar a fray Antonio, el guardián del Convento, y con el Amor criticó duramente el silencio de las cofradías e incluso de la iglesia cuando se quedó sin sede debido al incendio de San Juan de los Caballeros.
«Quién te hizo, Remedios, quién le dio vida a tus ojos, quién te dio el encanto de mezclar pena con llanto...». Este bellísimo romance a Nuestra Señora de los Remedios dio paso a los versos dedicados a los Judíos de San Mateo, aunque se detuvo poco para pasar a hablar del Miércoles Santo, del que dijo que «todo es emotivamente azul para el que les habla». Aunque pasó de largo por el robo de San Lucas de principios de semana, comenzó una de las partes más emotivas del pregón, en la que el pregonero habló de su cofradía de la calle Medina y de su trayectoria en la hermandad. «No descubro nada nuevo si digo que la Amargura es la imagen que más ha marcado mi vida, en qué pequeñez me encuentro cuando te miro, Amargura...» Una preciosidad de romance en el que Garrido Arcas nombró a todos y cada uno de los pregoneros que han sido de la Amargura, como Zarzana o De Mora. Pequeñez ante los maestros de la palabra que ha nombrado, un gesto que el Villamarta agradeció con un sonoro aplauso.
Al hablar del Jueves Santo, lo primero que hizo el pregonero fue acordarse de los oficios, aunque todos los aplausos se reservaron para cuando el pregonero recordó la figura de Manuel Mesa, Manolito el del Huerto. lo que cumplimentó la parte central del pregón de la Semana Santa. Luego, habló de las cofradías de la Madrugá, y de las del Viernes Santo, para terminar hablando de Juan del Río, al que agradeció su labor en las cofradías, y a José Mazuelos, al que prometió colaboración del pueblo cofrade para la dificil misión que le ha sido asignada.
Se fue Manuel Garrido Arcas hablando de la Piedad, del Santo Entierro y de su Mortaja.para acabar gritando a los cuatro vientos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, como no podía ser de otra manera. Un pregón al uso, que será recordado por momentos importantes, pero sobre todo, por la tranquilidad de un pregonero que quiso contarle a Jerez cómo es la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo en Jerez de la Frontera.