A LA ESPERA. El padre de la menor en una imagen captada en el interior de su casa. / MIGUEL GÓMEZ
Ciudadanos

La familia de la niña mauritana opina que el proceso sólo pretendía arrebatarle a su hija

Los padres biológicos sostienen que «estaba anunciado» el fallo de la Audiencia, que alaba la generosidad del matrimonio que cuidó de la menor

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En un ambiente tranquilo, sólo roto por el sonido de la televisión y la voz de un periodista que daba las noticias en árabe, el matrimonio mauritano que acaba de ser condenado por participar en la violación de su hija trataba de expresar «su estado de schock» tras conocer la sentencia. Ésta les culpa de haber amenazado y, en el caso de la madre, de coaccionar y participar en la agresión sexual de la menor, quien vive a escasa distancia, en el hogar de una pareja de Puerto Real que la lleva cuidando desde que tenía tres años. Ahora tiene 16. Ellos insisten en que todo el proceso sólo busca arrebatarles la custodia de la menor, cuyo trato por parte de la familia que la tenía acogida es alabado porque se produjo «a cambio de nada».

«Es la crónica de una sentencia anunciada. Las primeras diligencias estaban ya muy mal hechas; propio de una España profunda, atrasada, que nada tiene que ver con lo que es este país ahora», dice el portavoz de los procesados, Tolba Sidi Mohamed, un periodista mauritano que ejerce también de intérprete. Él es la persona elegida para trasladar el sentir de Hawa Mint Cheik y Mohamed Ould Abdallahi, madre y padre de la menor mauritana que fue casada en el país africano cuando tenía 13 años. La joven asegura que su enlace con un primo lejano, El Moctar Ould Abderrahmane, de 42 años, no contó con su consentimiento. Su esposo está preso desde 2007, y ahora se enfrenta a una condena, que será recurrida ante el Supremo, de 13 años por violarla. «Nosotros también repudiamos las agresiones sexuales, pero en este caso no ha habido tal», relata el portavoz, quien subraya algunos aspectos «raros» que han visto durante el procedimiento. «La psicóloga que la trata, en su informe ponía que la chica tenía pesadillas con los moros, y se estaba refiriendo a su familia», sostienen.

La sentencia no les ha hecho cambiar de opinión, siguen insistiendo en la misma versión que mantuvieron en el juicio: «Todo esto es una cortina de humo que esconde una disputa por la custodia de la niña. El tribunal sólo se basa en el testimonio de ella y no tiene en cuenta el de su hermano, que declaró a favor de sus padres o el de muchos testigos que no vieron nada la noche en la que ella dijo haber sido violada». Una vez más, la mirada acusadora se dirige hacia el matrimonio de Puerto Real, del que dicen que influyó a la menor para que se pusiera en contra de su familia biológica. «Si querían eso, podían haberlo buscado de otra forma, pero no arruinando a una familia que está pidiendo dinero para pagar a su abogado»; un letrado conocido en el mundo judicial de la provincia por asumir la defensa en asuntos de narcotráfico.

Sin embargo, la sentencia de la Audiencia Provincial alaba la generosidad de estos gaditanos y rechazan cualquier interés más allá de la protección de la niña. «Es una familia compuesta por el matrimonio y dos hijas. Tampoco se les puede tachar de egoístas y de querer colmar unas ansias frustradas de maternidad o paternidad porque tienen sus propias hijas biológicas con las que conviven y se llevan bien». La sentencia también cita a estas «hermanas» -como las llama la víctima- «que han mostrado su apoyo (a la menor) del modo más desprendido posible».

Los testimonios de esta familia gaditana, junto con el de la víctima, el parte médico y los informes de los forenses, que ven en la menor el patrón de una mujer violada, son las pruebas sobre las que se asienta el fallo condenatorio.