Los chicos de entonces repitieron el mismo ritual: primero hicieron pan y después una pequeña tarta./ FIRMA
Sociedad

Más tiernos que el pan

Los alumnos del Colegio Argantonio que visitaron por primera vez el Horno la Gloria hace 25 años, se reencontraron ayer en la pastelería

| CÁDIZ Actualizado: Guardar
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En marzo de 1984, 42 alumnos de segundo de EGB del Colegio Argantonio visitaron el Horno la Gloria, palparon la levadura, jugaron con la harina, probaron la masa. Ayer, 25 años después, los mismos chavales que un día cambiaron la atmósfera gris del aula por el agradable calor de una lección de gastronomía y humanidad, se reencontraron con los niños que una vez fueron. Algunos viven en Cádiz. Otros acudieron a la cita desde Galicia, Extremadura o Mallorca. A todos se les enterneció el corazón al respirar, de nuevo, el olor, plácido e infantil, del pan de siempre.

Ataviados con el atuendo de panadero y los instrumentos necesarios -en una estampa muy similar a la que se produjo aquel marzo de 1984- los colegiales de aquel tiempo, ahora convertidos en adultos «más o menos formales» pudieron intercambiar historias y anécdotas y conocer las novedades y cambios que se han producido en el horno familiar en este cuarto de siglo. Los hay solteros y casados, médicos, administrativos y arquitectos. Alguno llevó a sus hijos. Otros están a punto de tenerlos.

Oscar Ruiz, psiquiatra de 32 años, vino desde Mallorca. «Para nosotros el Horno es como un símbolo, el lugar al que tenemos asociados los olores y sabores de la infancia. Es una excusa perfecta para poder reencontrarnos con los compañeros y actualizarnos».

Eva Rencijo se casa el mes que viene. Con uno de esos antiguos compañeros, con el que se reencontró hace cinco años, en una convivencia similar. «Si me sale bien, defenderé lo bonito y necesario de este tipo de encuentros... Si me sale mal», bromea. José Alberto Sanz admite que no piensa faltar «a no ser que sea por causa de fuerza mayor», a ninguna de las futuras convocatorias. «Cuando les digo a mis compañeros de trabajo que sigo reencontrándome con los niños con los que compartí curso en segundo de EGB ni se lo creen». Durante la visita, los ex alumnos elaboraron un pan y también una pequeña tarta, tal y como hicieron aquella mañana de marzo de hace 25 años.

«Al fin y al cabo no hemos cambiado tanto», bromea Oscar Ruiz. «Seguimos dando la nota».