La mano que manda votar
Actualizado:En los nueve años que lleva en el Congreso, Mamen Sánchez ha ascendido hasta la primera línea del grupo socialista, tras José Antonio Alonso y Ramón Jáuregui. Incansable, abierta, dispuesta siempre a escuchar, a ayudar a quien se lo pide, la diputada jerezana lleva el peso de la púrpura, por usar la manida frase, sin que le pese y sin darse importancia. No sé si será el estilo femenino del poder, pero sin duda que si fuera un hombre probablemente no le cogería el teléfono a todo el mundo ni se cargaría todos los encargos que le delegan y, quizá, haría ver con frecuencia lo importante de su misión en este mundo
Esta naturalidad, esta falta de afectación puede confundir a quienes la conozcan, porque no suele contar en qué fregados anda metida, ni cuántas puertas abre, al cabo del día, a los intereses gaditanos ante el Gobierno central, ni cuánto cuenta su trabajo y su opinión en el funcionamiento de la maquinaria de la política nacional.
Sin embargo, se ha hecho un hueco importante incluso en la imagen pública. El otro día se recibió en el Congreso una carta dirigida a «la rubia que se sienta detrás de Solbes», y llegó a su poder. Ha ganado ese asiento a pulso, y para contrariedad de los socialistas catalanes, que lo codiciaban. Controla las iniciativas a pleno, las comisiones, los portavoces, la asistencia de los diputados, el orden del día y sus ajustes, el equilibrio existente a la hora de votar, la negociación de enmiendas, sale a los medios de comunicación cuando se tercia, convence al Gobierno de que los horarios de sus intervenciones están para cumplirlos Y manda votar con uno o tres dedos.
Todo esto empezó cuando con 18 años comenzó trabajar con asociaciones de mujeres en Jerez, en temas entonces muy avanzados (integración, inmigración, salud reproductiva, maltrato) y con 23 años se afilió al PSOE. Fue un par de veces en la lista de las municipales, aunque en el puesto 9 y no llegó a salir, hasta que un día su partido decidió que ocupara el cuarto puesto para el Congreso de los Diputados. «Esa noche no dormí», recuerda. Hace 9 años ya.
«Fui entrando en el día a día, me gustaba. Aquí no haces más que trabajar, nadie te facilita la vida, hay que buscarse el hueco» y lo encontró, recuerda, ocupándose de los temas de mujer en la comisión de Defensa. Fue obteniendo más responsabilidades, hasta que José Luis Rodríguez Zapatero le encargó que llevara esos temas en la ejecutiva federal. «Sé que le gustó mi forma de trabajar, y me fui haciendo hueco. Llegó el tema del Yakolev, abrí los telediarios diciéndole a Trillo algunas cositas en la sesión de control, y a partir de ahí me dieron pregunta en la sesión de control todas las semanas Me fui ganando la confianza de la gente».
Ahora vive de lunes a jueves, o incluso viernes, en jornadas maratonianas, en el centro del centro de la decisión política de este país. Y espera el fin de semana para volver a casa, ver a los padres, ocuparse del niño de su hermana, ir al cine con su pareja el sábado por la noche y, sobre todo, pasear al aire libre y buscar el sol.