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LA COLUMNA

Vanuatu

F. L. CHIVITE
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La palabra del futuro es sostenibilidad. Empieza a oírse poco a poco. Pero ya verán, en los próximos años formará parte del discurso popular. Todo el mundo entiende más o menos lo que quiere decir. Y es importante que así sea porque es algo que afecta a todo el mundo. Se trata de una sencilla cuestión de equilibrio a la hora de explotar los recursos del planeta. De modo que se denomina desarrollo sostenible a la satisfacción de las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer ni mermar las posibilidades de las futuras. Cosa que en la actualidad se está incumpliendo olímpicamente, claro. Y que me recuerda algo que dijo Kurt Vonnegut en su último libro: «La mayor verdad que hay que afrontar ahora es que creo que a la gente le importa un pimiento si el planeta aguanta o no». Y probablemente tuviera razón, ¿no? Fíjense, si todos los miembros de la especie humana consumieran al mismo ritmo que se consume en Europa harían falta 2 planetas como la Tierra para poder soportarlo. Pero, aún más, si la tasa mundial de consumo fuera como la de EE UU harían falta 5. Hace un par de años, la New Economics Foundation (NEF) hizo público un Índice Internacional de Felicidad (Happy Planet Index), según el cual el país más feliz del mundo resultaba ser Vanuatu, un archipiélago del Pacífico entre las islas Fiji y Nueva Caledonia. Y el segundo país más feliz, Colombia. No bromeo. Entre los diez países más felices había seis latinoamericanos. Lo peculiar de este ránking es que no atiende tanto a los indicadores que reflejan la riqueza material de un país como a un tipo de bienestar basado en la sostenibilidad ecológica, la percepción subjetiva de la felicidad y la esperanza de vida.