«Es una buena familia, y él un buen hombre»

El Oso, como llamaban sus vecinos a Miguel, ésos que lo conocen porque ha vivido siempre en Torresoto, sólo tenían ayer buenas palabras para él y su familia. Todos sabían que llevaba un tiempo separado de su mujer -que reside muy cerca de la vivienda donde falleció su esposo-, así como sus graves problemas con el alcohol. Pero los que hablaron con este medio defendieron también que «nunca se metió con nadie, ni era agresivo, ni provocó problemas por la bebida. El único problema que había era para él mismo». En definitiva, este escayolista que se había jubilado recientemente «era un buen hombre», dicen los que cruzaban con él cada día. Nadie escuchó nada sospechoso, ni un grito, ni un golpe, la tarde en la que El Oso fue asesinado. El revuelo empezó cuando su hija y su yerno encontraron el cuerpo sin vida y llegó la Policía, que acordonó la zona. «Éste es un barrio tranquilo, viven muchas personas mayores y nunca pasa nada», apuntaban algunas de las vecinas que ayer al mediodía observaban las idas y venidas de los agentes de la Científica.