INAUGURACIÓN. El empresario atiende a sus primeros clientes. / VÍCTOR LÓPEZ
ILDEFONSO SÁNCHEZ BAR 'EL SUBMARINO AMARILLO'

«He montado el bar para dar un puesto a mi hijo»

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Lo normal es que la crisis pueda traer consigo las dificultades que acaban por obligar al emprendedor a echar el cierre a su negocio. El caso de Ildefonso Sánchez es el contrario. La coyuntura económica le ha llevado a montar una empresa cuando ya se creía retirado de los vaivenes y sinsabores del empresario; así como las alegrías que trae consigo sacar un proyecto adelante, que también las hay. Fue el propietario del bar Gol, tras el fondo norte del Estadio. Hace dos años lo vendió y se preparó para vivir despreocupadamente un tranquilo y merecido retiro. Sin embargo, ahora tiene un hijo en el paro y ha puesto en marcha otro establecimiento, al lado del anterior, para facilitarle un puesto de trabajo a su vástago. «Tenía que hacer algo para darle un puesto de trabajo a mi hijo», explica La inversión le ha supuesto algo más de 360.000 euros y sabe que la amortización tardará. «No me he planteado cuánto, varios años porque los beneficios son escasos, pero la idea era darle un puesto a mi hijo», explica. Y serán tres los puestos que se creen en total con el funcionamiento de esta empresa.

Piedras en el camino

Confiesa que no ha tenido problemas de financiación porque no la ha necesitado. Esto le ha ahorrado no pocos problemas, pues las entidades financieras no están suscribiendo créditos con la misma facilidad con la que lo hacían para nuevas empresas cuando la bonanza y las vacas gordas no hacían prever que la coyuntura económica iba a cambiar para peor. Las piedras que sí se ha encontrado Ildefonso en el camino tenían el sello de las administraciones públicas. «Se encuentra uno pegas por todas partes, los trámites van tan lentos que si esto le coge a alguien que no haya tenido antes una empresa y no tenga experiencia, lo acaban por aburrir», se queja Ildefonso sobre las gestiones burocráticas de obtención de permisos y de licencias. Asegura que el Ayuntamiento no da facilidades en estos tiempos de crisis y que se demora demasiado en la realización de los trámites. Pone como ejemplo que solicitó las licencias de apertura y de ocupación al mismo tiempo; la segunda la tuvo en una semana, mientras que la primera ha tardado un mes. Considera que se trata de una demora excesiva que no fomenta en absoluto el espíritu emprendedor, sino todo lo contrario: la falta de agilidad redunda en que las personas que piensen en aventurarse en el mundo empresarial se arredren ante la falta de facilidades. Las dificultades resultan sorprendentes, máxime si se tiene en cuenta que cada negocio creará puestos de trabajo en una época en la que el número de demandantes de empleo crece constantemente.

Un gran desembolso

Otra de las dificultades con la que se ha tropezado Ildefonso ha sido que le han obligado a insonorizar el establecimiento, lo que le ha disparado el presupuesto en gran medida. No lo tenía previsto y ha sido un desembolso importante. «No entiendo por qué me han obligado a insonorizar las instalaciones como si esto fuera una discoteca, cuando no voy a tener ni cocina ni música», apunta. La inversión a la que ha hecho frente Ildefonso no ha contado con ningún tipo de líneas de ayuda de las administraciones públicas. De haber habido alguna a la que poderse acoger, el desembolso podría haberse visto aliviado en cierta medida. Sin embargo, la decisión y el empuje de Ildefonso han sacado el proyecto adelante. La ciudad tendrá tres puestos de trabajo más. Y a pesar de todos los imprevistos y trabas El submarino amarillo, su nuevo establecimiento, abrió sus puertas al público en la tarde de ayer.