CRÍTICA DE TV

Acusados

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A cusados, la serie de intriga político-criminal que ha producido Ida y Vuelta para Telecinco, ha conseguido aventajar a Los hombres de Paco, la tragicomedia policial de Globomedia en Antena 3. Los hombres de Paco venía de ostentar un liderazgo tan sólido como incomprensible, mientras que Acusados ha tenido que sufrir mucho para abrirse hueco. Esta semana las cosas cambiaban: Acusados aventajaba a su rival en un punto de cuota de pantalla y más o menos setenta mil espectadores. Viendo ambos productos, lo menos que puede decirse es que el resultado es justo. Aquí habíamos recibido de uñas a Acusados porque su planteamiento, a juzgar por el primer episodio, era de una simpleza moral aterradora. En las semanas siguientes pudimos matizar el juicio porque el guión iba trenzando la historia con mucha solvencia. Y luego todavía se le vio otra virtud, y es que los protagonistas sostenían los papeles con perfección creciente, de tal modo que el producto iba tomando cuerpo.

La verdad es que el episodio de esta semana era probablemente el que más exigía a los actores. La intensidad dramática del relato llegaba a un punto extremo con el suicidio de Marina -la hija de la juez- y tanto Blanca Portillo como José Coronado tenían que dar el do de pecho. La cámara exigió más a Portillo que al otro. Una de las cosas más difíciles para cualquier actor es interpretar situaciones desesperadas y hacerlo de tal manera que parezcan verosímiles, y no impostadas. El ejemplo quizá más acabado de esas situaciones desesperadas es la muerte de un hijo; no se me alcanza qué otra cosa puede doler más en la vida. Ese era el reto que tenía que afrontar Blanca Portillo en este episodio de Acusados; el mismo desafío que le tocó asumir Luisa Martín en Desaparecida. Cualquier actor puede fingir dolor extremo, pero lograr que parezca un dolor de verdad es un ejercicio que requiere una maestría superior. Me parece que en esta escena Blanca Portillo demostró que posee tal maestría: compuso un plano de madre desesperada literalmente espeluznante, y lo que más impresionaba era su verismo poco común. Al final, estas son las cosas que desequilibran la balanza. Siempre, por supuesto, que se dé tiempo a una serie para demostrar sus virtudes.