El veneno no mató al topillo
La plaga que sufrió Castilla en 2006 y 2007 se extinguió de forma natural Las campañas de fumigación fueron innecesarias y afectaron a otras especies
| VALLADOLIDActualizado:La plaga de topillos que asoló Castilla y León durante 2006 y 2007 desapareció de forma natural y no por los tratamientos con rodenticida llevados a cabo. Así lo aseguran, al menos, investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en un estudio publicado en la revista Environmental Conservation. Por si fuera poco, los venenos aplicados afectaron a otras especies y su impacto sobre la biodiversidad, aunque sin evaluar aún en profundidad, ha podido ser «importante».
A través de la captura de ejemplares mediante un sistema de trampeo especializado, los investigadores pudieron constatar que la desaparición de los topillos ocurrió de manera simultánea tanto en las zonas tratadas con veneno como en las que no. «La aplicación de rodenticida fue innecesaria por algo que ya se sabe desde hace décadas en otros países: el veneno no acaba con la plaga, sino que ésta se colapsa de forma natural», afirmó Javier Viñuela, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos.
Para el control de la plaga de topillos, la Junta de Castilla y León llevó a cabo tres campañas de envenenamiento con dos rodenticidas distintos: clorofacinona en las dos primeras y bromadiolona en la tercera. El estudio señala que, además de los topillos, varias especies resultaron afectadas por estos rodenticidas. «Las necropsias de los ejemplares encontrados muertos en el campo mostraron restos de clorofacinona en el hígado del 98% de las palomas domésticas analizadas y en el 38% de las liebres», explicó Viñuela. También se encontraron restos de clorofacinona en calandrias (29% de los casos analizados) y busardo ratonero (un caso de tres), ambas especies amenazadas. Más aún, en la provincia de León las poblaciones de ratón de campo han podido verse afectadas por el tratamiento, ya que en las áreas tratadas con clorofacinona crecieron menos que en áreas no tratadas. Esta especie, que no causa plaga, sirve de alimento a depredadores como cernícalos, busardos ratoneros o comadrejas.
En cuanto a la fumigación con bromadiolona, cuyo efecto aún está por evaluar en profundidad, los investigadores consideran que su impacto sobre otras especies ha podido ser importante.
Tarde y mal
El estudio afirma además que el área tratada con rodenticidas incluye cinco Zonas de Especial Protección para Aves, por lo que el principio de precaución debería haberse aplicado, especialmente cuando existe una alta incertidumbre sobre el efecto potencial directo e indirecto que la liberación masiva de rodenticidas anticoagulantes tiene en el ecosistema agrario.
Según el informe, la mayoría de los topillos había desaparecido antes del inicio de la tercera campaña de envenenamiento. Para mayor escarnio, los investigadores señalan que no hay evidencia de que la plaga afectara dramáticamente a la producción agrícola. De hecho, en 2007, el año de la plaga, la producción de cereal, patatas y viñas fue la más alta registrada en los últimos diez año. El coste de la campaña de control, 24 millones de euros, fue más alto que los pagos compensatorios por daño a cultivos, que ascendieron a 5,5 millones de euros.
Los investigadores advierten también de que, en función del patrón casi cíclico que han presentado las plagas de topillos en Castilla y León desde los años 80, la próxima podría producirse en torno a 2010 ó 2011. Para entonces esperan que exista una mayor planificación, basada en la colaboración entre políticos, gestores, agricultores y científicos.