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El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, durante su intervención en la sesión de control en el pleno que se ha celebrado ayer en el Congreso de los Diputados. / EFE
ESPAÑA

La retirada de Kosovo deja al Gobierno aislado frente al resto de los partidos

El presidente garantiza que la decisión no afectará a las relaciones con Obama y la OTAN Rajoy le reprocha que es imposible hacerlo peor

R. GORRIARÁN
| COLPISA. MADRIDActualizado:

José Luis Rodríguez Zapatero acudió ayer al Congreso para informar del Consejo Europeo celebrado la semana pasada en Bruselas y se encontró con un vendaval de críticas que soplaba desde todos los grupos de la Cámara por la retirada de las tropas españolas de Kosovo. El presidente del Gobierno no dio un paso atrás, se aferró a la coherencia de la decisión, aunque obvió referirse a las formas, y aseguró que la medida unilateral, pese al rechazo que ha suscitado en Estados Unidos y la OTAN, no va a afectar a las relaciones de España con Barack Obama ni los demás países aliados.

El jefe del Ejecutivo necesitaba galvanizar los alicaídos ánimos del grupo socialista ante los ataques por el repliegue del contingente en Kosovo, un penalti a favor que se ha convertido en gol en propia meta, en gráfica descripción de un diputado del PSOE. Lejos de rehuir el debate, entró de lleno y defendió con ardor la iniciativa. Distinguió entre los adversarios: fue mordaz con Mariano Rajoy y, consciente de su debilidad parlamentaria, apaciguador con el resto de los portavoces.

Defendió «la coherencia» de la medida porque España no puede ayudar a construir las instituciones de un Estado que no reconoce; sostuvo que no cambia la política exterior porque desde hace un año la retirada estaba sobre la mesa y tachó de «enorme disparate» decir que ha supuesto una ruptura con los países que participan en la misión internacional en el país balcánico.

Es más, apostilló que la decisión de salir de Kosovo no va a tener «ninguna consecuencia» en las «magníficas y estupendas» relaciones con EE UU y los demás aliados de la OTAN. Y tuvo un mensaje para los sombríos augurios de Rajoy: que nadie «se entusiasme» con la idea de que se van a resquebrajar las relaciones con la Administración estadounidense, y si no el tiempo, dijo en alusión a sus próximas citas con Barack Obama en Londres, Estrasburgo, Praga y Estambul. Eso sí, de las formas que acompañaron al anuncio del repliegue, centro de todas las críticas, no dijo nada.

Rodríguez Zapatero también trató de rebatir las acusaciones de pérdida de prestigio lanzadas sobre todo por el PP con un póquer de logros: la admisión de España en el G-20 y en el Foro de Estabilidad Financiera, el aumento de peso de la Alianza de las Civilizaciones, la designación de Barcelona como sede de la Unión por el Mediterráneo y la elección de Felipe González como presidente del comité que debe diseñar el futuro de la Unión Europea.

El jefe del Ejecutivo respondió así a una intervención de Rajoy en la que el líder de la oposición desgastó el diccionario de los reproches para censurar la actuación gubernamental en Kosovo. Lamentable, patética, gestión catastrófica, monumento a la descoordinación, es imposible hacer peor las cosas o medida efectista sin más objetivo que salir en el telediario fueron algunas de sus apreciaciones. Sostuvo que el Gobierno ha hecho de España «un socio poco fiable» en el concierto internacional y, en consecuencia, ahora es un país «arrinconado» después de haber sido «un bastión» en Europa.

El presidente del PP tocó la tecla nacional y espetó a Rodríguez Zapatero que «se olvide de la imagen y ocúpese de la gobernación y de buscar apoyos» porque su actuación no despierta la confianza de nadie, ni de los grupos parlamentarios ni las autonomías ni de los agentes sociales ni de los bancos ni de los ciudadanos.

Para desconfianza la que genera Rajoy, replicó Rodríguez Zapatero, porque en «las dos ocasiones» que se ha confrontado el grado de confianza de los ciudadanos en cada uno, las elecciones de 2004 y 2008, «usted perdió de forma clara».

Una evidencia que a Rajoy, en opinión del presidente del Gobierno, «le da igual e intenta dar lecciones de confianza a los demás. ¿Por qué no se da una lección a sí mismo y asume alguna vez alguna responsabilidad?», se preguntó, y el interrogante que fue acogido con murmullos en la bancada del PP.

El presidente del PP no fue el único que puso las peras al cuarto al jefe del Ejecutivo. Uno tras otro los portavoces descalificaron a coro la gestión del anuncio de la retirada. El de CiU, Josep Antoni Durán Lleida, habló de medida «precipitada» porque cuando «se comparten» misiones internacionales las decisiones son también colegiadas. El del PNV, Josu Erkoreka, dijo no estar sorprendido con Rodríguez Zapatero porque, en sintonía con Rajoy, es un socio «poco fiable» en sus compromisos y su credibilidad «corta».

El de Esquerra Republicana, Joan Ridao, atribuyó la iniciativa a razones «domésticas», pues el Gobierno no reconoce a Kosovo por «miedo a un contagio» de la independencia unilateral en el País Vasco y Cataluña. El de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, lamentó que el repliegue no se debatiera en el Congreso. El del BNG, Francisco Jorquera, también censuró «los errores en las formas», pero consideró desmedidas las críticas del PP.

Para todos ellos tuvo Rodríguez Zapatero palabras más o menos conciliadoras, aunque la esgrima con el portavoz nacionalista vasco fue más agresiva por sus diferencias en Euskadi.