Recuerdos en blanco y negro
España y Turquía llevan 36 años sin enfrentarse, y su historia está marcada por el 'bambino' que dejó fuera del Mundial'54 al combinado nacional
| COLPISA. MADRIDActualizado:El álbum de la selección española está plagado de imágenes que evocan los altibajos en la trayectoria vital de cualquier persona. Ahí están recogidas las fotos del triunfo ante la URSS en la Eurocopa de 1964, del mítico gol de Zarra a Inglaterra en el Mundial de Brasil, del rostro ensangrentado de Luis Enrique tras el codazo de Tassoti, de la desfachatez de Al-Gandur en Corea, del éxtasis del decimosegundo gol a Malta, del ridículo de Irlanda del Norte o del reencuentro de una afición con su equipo y la historia en el gol de Fernando Torres en Viena.
Sin embargo, una instantánea en blanco y negro olvidada entre tantas vivencias amontonadas resurge con fuerza ante el doble encuentro con los turcos. En ella se ve a un público expectante, a unos futbolistas de rostro cansado por el esfuerzo de un partido agónico que aguardan con estupor e incredulidad la resolución del choque. Están en Italia. Todos clavan la mirada en los gestos de un niño, un bambino de 13 años. Lo hacen con la misma ansiedad e inquietud que otrora el pueblo romano observaba la inclinación del pulgar del emperador en el gran coliseo. Las pequeñas manos extraen, nerviosas, una papeleta introducida en una copa.
Eliminatoria igualada
Alea iacta est. El nombre inscrito resuena con rabia en los oídos españoles: Turquía. En 1954 se celebraron las eliminatorias para decidir los equipos que participarían en el Mundial de Suiza de ese año. Hasta 38 conjuntos optaban a 14 plazas. Los helvéticos -organizadores del evento- y Uruguay -campeón en Brasil'50- ya estaban clasificados.
España y los otomanos se enfrentarían en un cruce, a priori, sencillo para los hispanos. El combinado nacional partía con la vitola de favorito tras el cuarto puesto de la cita anterior. El entonces seleccionador, Luis Iribarren, contaba con un equipo plagado de grandes jugadores. Arteche, Gainza o Venancio representaban la hegemonía del Athletic de la época. Adrián Escudero la pasión colchonera y Ladislao Kubala la genialidad culé.
El Santiago Bernabéu acogió el día de Reyes el primer partido con el único precedente de un amistoso sin goles dos años antes. La superioridad española se plasmó con una goleada (4-1), pero los turcos causaron más peligro del esperado y mantuvieron el choque empatado hasta la segunda mitad. La segunda batalla se produjo en un abarrotado Mithatpasa Stadyumu de Estambul. El ambiente encendido pesó sobre el combinado español, que no pudo remontar el tanto inicial de Burhan y cayó por la mínima. Hace 55 años no existía el gol average, por lo que tuvo que disputarse un partido de desempate tres días después en campo neutral. El lugar elegido fue el Olímpico de Roma.
Ni Kubala ni penaltis
El esperpento de aquel 17 de marzo comenzó horas antes del choque. Un telegrama de la FIFA inhabilitaba a Kubala por irregularidades en su ficha. Preludio de la fatalidad. El trotamundos húngaro había huido de la represión comunista en su país cuando militaba en el Vasas. El club magiar no le concedió la baja, lo que ocasionó muchos problemas burocráticos. A lo largo de su carrera el delantero defendió las camisetas de Hungría, Checoslovaquia y España. Pero no pudo hacerlo en la cita crucial ante los otomanos.
Sin su principal referencia y agotada física y psicológicamente del encuentro en Estambul, la selección no rindió al nivel habitual. Se adelantó con un gol de Arteche, pero los turcos dieron la vuelta al marcador gracias a los tantos de Burhan y Suat. La clasificación pendía de un hilo. A falta de 11 minutos para el final, Escudero empató a dos el partido. En la prórroga, la suerte mostró sus preferencias y el colegiado anuló otro tanto al delantero colchonero por presunta mano. El tiempo se consumió sin cambios en el marcador.
Franco Gemma
Con los penaltis por inventar como fórmula de desempate, la decisión recayó en la esquiva diosa fortuna a través de la inocente mano de un bambino llamado Franco Gemma. Dos papeletas en dos copas con los nombres de los aspirantes a participar en la cita mundial fue la extravagante metodología utilizada para resolver el entuerto. La desconocida Turquía fue la elegida para júbilo otomano, resignación española y asombro internacional. Su presencia en Suiza sería testimonial -no pasó de la primera fase- en un campeonato que coronó a la República Federal Alemana frente a la Hungría de Puskas.
España consoló sus penas en un amistoso tres años después con una cómoda victoria (3-0) y hat-trick de Kubala. En 1967 se produjo un doble enfrentamiento en la fase de clasificación para el europeo: empate a cero en Estambul y 2-0 en Bilbao. El último precedente data de 1973 en la antigua Constantinopla. Nuevo empate sin goles a los mandos de Kubala y con seis debutantes, entre ellos, Ángel María Villar, actual presidente de la Federación.
Pasados 36 años es hora que la escala de grises de aquellos enfrentamientos se renueve por el color de nuestros días. El álbum espera nuevas instantáneas.