El pesimismo cunde en McLaren a cuatro días del inicio del Mundial
«En este momento estamos por detrás de nuestros adversarios», dice Hamilton
| COLPISA. MELBOURNEActualizado:Siempre pariente de la modernidad, de un refinado gusto por la estética y las formas, la factoría McLaren suele inaugurar la temporada con algún evento impactante. El tipo de actividad que seduce al séquito acompañante de la Fórmula Uno: son gente de acción a los que nunca se encontraría alguien en una biblioteca, sino en un estadio, un autódromo o en un avión lanzándose en paracaídas.
El departamento de marketing de McLaren planificó en los últimos cursos competiciones de kayak entre los pilotos, carreras de motos acuáticas y cosas así, cuando la abundancia y el dinero volaban sin recato por la F-1. Ha cambiado el ciclo económico y también el estado de ánimo en la escudería británica. Lejos de los fastos, el equipo de Ron Dennis invitó a la Prensa al restaurante de referencia en Melbourne para las gentes de la F-1, el Stokehouse, un recinto ubicado en la playa de Santa Kilda que destila la hospitalidad propia de los australianos. Allí, el ex equipo de Fernando Alonso intentó que no se tradujese su mala pretemporada en un mensaje de pesimismo.
Y es que Lewis Hamilton y su equipo se ven obligados a hacer frente a un desafío con el que no contaban. El escaso rendimiento de un coche que lleva funcionando dos años como un reloj y que el pasado otoño se proclamó campeón del mundo en el electrizante final de viaje en Sao Paulo. Aquel adelantamiento invisible de Hamilton a Timo Glock que dejó sin título a Massa delante de sus paisanos.
Hamilton y, con él las huestes de McLaren, están desconcertados. El coche con nombre de artilugio electrónico, MP4-24, no va. No ha funcionado durante los primeros ensayos del año y tampoco en el tramo final de la pretemporada, donde teóricamente se resuelven cuestiones fundamentales. «Nunca he visto tan lejos de los mejores al McLaren», adujo incrédulo Felipe Massa. Así que el actual campeón del mundo tuerce el gesto porque, durante dos años de impetuosa irrupción en la F-1, se había acostumbrado a conducir dos de los mejores coches que había parido la fábrica de Woking en su exitosa trayectoria. Primero, con Alonso , y después con Kovalainen, el McLaren volaba. Ahora renquea.
Los fantasmas han aparecido en la sede de Woking, donde más de mil especialistas, entre ingenieros y empleados, han trabajado durante meses para corregir los problemas del bólido. Los resultados no se han visto. «Tengo una fe absoluta en mi equipo. Han trabajado muchísimas horas y han hecho un esfuerzo masivo. He pilotado un Vodafone McLaren-Mercedes durante los dos últimos años y en ambos el equipo ha desarrollado un coche fantástico. Pero en el actual momento estamos por detrás del resto de adversarios», aseguró Hamilton.
A pesar de su sed de acción y su ambición ilimitada, el discurso de Hamilton suena esta vez prudente. «Me gustaría estar en primera línea de la parrilla el domingo. Pero si no es así, correré sin dejarme llevar por el corazón. Hay tiempo para la mejora. No voy a salir a este Mundial pensando en cómo defender mi título, sino en qué puedo hacer para ganar de nuevo».