Autónomos desconocidos

L o mejor de la apuesta de Punto Radio por el colectivo de los autónomos ha sido conocerlos. Los mensajes, los sentimientos y el tormento que dejan escrito en la página de web de Punto Radio (www.puntoradio.com) no sólo conmueven, avisan al más frío de una injusticia que ya no se puede aguantar más tiempo. Algunos de ellos, con o sin trabajadores a su cargo, deambulan por ahí como bultos sospechosos para un sin fin de gentes que odia todo aquello que ignora. Muchos no saben si un autónomo es un trabajador o un empresario. O una mezcla de ambas actividades. Tampoco lo tienen claro los sindicatos, que sólo atienden por riguroso orden de cuota y afiliación. Y menos aún las patronales; muchas de ellas ignoran qué hacer con un colectivo singular que muestra, ajustado a la propia dinámica de España, fortalezas y debilidades, según nos vaya a todos. Los autónomos se parecen mucho a España. Por eso sorprende que cueste tanto reconocerlos.

Lo único que se, y lo que se que saben los que nos gobiernan, es que es imposible entender este país sin ellos. Están en las calles, en las ciudades, en los pueblos. Detrás de un mostrador o de la barra de un bar. Con una llave inglesa en la mano, con un cable, un saco de cemento, un teclado de ordenador, un despacho, un taxi y un camión. Una papelería, un pequeño comercio, un negocio que empieza y se desarrolla. Son riqueza. Son un grupo que apuesta y se arriesga. Y que, después de hacerlo, fracasa. Algunos fracasan. Esos son los que hoy defiende la radio, Punto Radio. No fracasan por mediocres, ni por falta de cualificación. El autónomo que lo es desde hace lustros, el que ha cumplido con sus obligaciones, con clientes y bancos fracasa porque está desprotegido.

Parece mentira que en tiempos como estos haya quien no sepa qué hacer con ellos. Ellos si lo saben. Han empezado a movilizarse. Han encontrado el apoyo decidido de un grupo de comunicación, Vocento, que los ha hecho visibles. Bultos sospechosos muy visibles. Aviso.