Washington busca un primer ministro que reduzca el poder de Karzai
Actualizado: Guardar«Mientras no haya elecciones, el presidente seguirá en su oficina». El mandato de Hamed Karzai (Kandahar, 1957) expira el próximo 21 de mayo, pero parece dispuesto a ocupar su cargo al menos hasta el 20 de agosto, día en el que los afganos podrán reelegirle u optar por un nuevo presidente para los próximos cinco años. Una interinidad que no recoge la Constitución, pero que él justifica «en beneficio del interés nacional». Karzai vive sus horas más bajas desde que fuera elegido en los primeros comicios democráticos de la historia de Afganistán, celebrados en 2004. A la falta de apoyo y liderazgo interior se le suman ahora las dudas de una comunidad internacional expectante ante la nueva estrategia que Estados Unidos hará pública en la conferencia especial sobre Afganistán del próximo día 31. Una estrategia en la que el hasta ahora hombre de confianza de Washington en Kabul podría no tener sitio tras cinco años en los que la corrupción se ha convertido en una plaga que ha carcomido su Gobierno.
Desde que los americanos derrocaron a los talibanes, Karzai ha sido el hombre fuerte en el país, se redactó una Constitución que concentraba el poder en su persona -y que no recoge la existencia de un primer ministro- y el discurso de la comunidad internacional ha sido el del apoyo incondicional a la figura encargada de edificar un poder fuerte en Kabul que llegara a las 34 provincias del país.
Sin embargo, nunca ha tenido la última palabra y ha estado supeditado a las decisiones de unos socios internacionales que hasta el momento han mostrado una falta absoluta de estrategia política, económica y militar para el país. Ahora las cosas no marchan, la insurgencia controla al menos la mitad del país, según datos del Ministerio de Interior, y los gobernadores enviados por Karzai apenas tienen poder más allá de los enormes muros de hormigón de sus residencias. Y desde esa insurgencia con la que ahora Obama pretende negociar, ven en Karzai a un simple títere en las manos de Occidente, sin ninguna legitimad entre los suyos. Unidad nacional, desarme de la insurgencia, fin del narcotráfico... Los grandes proyectos internacionales han ido cayendo ante la realidad afgana y parece buscarse en Karzai al culpable.