El niño y el lince
La Conferencia Episcopal Española presentó la semana pasada a los medios de comunicación su campaña contra el aborto con la leyenda: ¿Y yo? ¿Protege mi vida!, donde un precioso y sano bebé aparece gateando junto a un cachorro de lince ibérico que inserta la palabra «protegido», o sea, especie protegida. Con esta propaganda mal enfocada y pésimamente asesorada, la Iglesia española le hace un gran favor al lince.
Actualizado:Al menos, se enterarán las gentes de todos los rincones de España que el lince es un animal que está a pique de desaparecer si no lo remediamos entre todos. Y como a caballo regalado no se le mira el diente, el cartel, sin proponérselo, alerta a la ciudadanía del peligro inminente que corre. La especie animal, al igual que la especie humana, somos productos de la evolución, y ambas deben ser protegidas y respetadas en su integridad. ¿Y yo? ¿Protege mi vida! Como si alguien estuviese matando a niños. Es como un sórdido grito que se pierde en el camino. Porque se trata de embriones, no de niños. Si doctores tiene la Iglesia, la ciencia tiene sus doctores cualificados y cuantificados que son los que realmente conocen el asunto y son los que deben dar su sabia y científica opinión determinando actuaciones. Cuando separemos, de una vez, el agua y el aceite, nos entenderemos mucho mejor. Los retoques chapuceros del Gobierno sobre el tema del aborto tampoco son para echarles flores. Que una niña pueda abortar con sólo 16 años y sin consentimiento de sus padres es lamentable y acarreará grandes y graves perjuicios. El progresismo mal entendido es un galimatías jeroglífico. Son más preocupantes y tristes las palabras del Papa en Camerún: «Con la práctica del condón aumentan los problemas». Con la de criaturitas que mueren en el mundo de Sida. Alabado sea Dios...