El grifo hipotecario sigue cerrado
Empresarios del sector inmobiliario y los consumidores de la provincia exigen a las entidades financieras mayor flexibilidad a la hora de conceder hipotecas
Actualizado: GuardarLas puertas de los bancos ya no se abren como antaño cuando ciertas manos llaman para pedir dinero prestado para una vivienda, emprender un innovador negocio o, siquiera, para comprar un nuevo coche. El grifo de los préstamos parece haberse cerrado (o casi) y sólo gotea algunos créditos para ciertos clientes: aquéllos que sean capaces de demostrar su solvencia y su capacidad de devolver los préstamos sin demora.
No en vano, el índice de morosidad hipotecaria supera ya el 3% -una de las cotas más altas de los últimos 20 años-, según el Banco de España. Y la tendencia adelanta que podría seguir creciendo de continuar las crisis.
Es cierto que el mercado crediticio nunca se ha paralizado del todo en España, pero el caudal de préstamos que manaba de los bancos a comienzos del siglo XXI (más de 4.422 nuevos títulos hipotecarios para viviendas en la provincia Cádiz en un solo mes de 2006, el año álgido del sector inmobiliario), se ha transformado en un discreto chorrillo a comienzos del presente 2009 (los últimos datos del INE indican que en el mes de diciembre de 2008 se contrataron apenas 1.579 nuevos créditos destinados a la financiación de viviendas en la provincia de Cádiz; aunque no siempre se corresponden con la compra de nuevas casas, sino también novaciones y renegociaciones de créditos).
¿Esta tendencia a la baja en el número de hipotecas se debe al parón de ventas de casas, o viceversa: el descenso de adquisiciones se debe a las dificultades impuestas por los bancos? La sensación de las asociaciones de consumidores y los empresarios del sector inmobiliario apuntan a la segunda variable, y achacan a las instituciones financieras la culpa del parón del sector del ladrillo, pero también del conjunto de la economía. Los acusan de obstaculizar el acceso a los créditos, según denuncian, endureciendo las condiciones quienes solicitan nuevos créditos, o volviéndose inflexibles al aplicar las condiciones ya existentes en tiempos de bonanza.
«Los bancos han pasado de un extremo al otro en la concesión de créditos: de colocar créditos de manera irresponsable, a establecer unas condiciones leoninas, tan elevadas que, aunque el banco concediese el préstamo es fácil que el consumidor, al estudiar las cláusulas, lo rechazara», explica Fernando Herrero, vicepresidente de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros, Adicae.
Mayores diferenciales
Entre las «nuevas» condiciones, destaca por ejemplo «el aumento de los diferenciales de forma desmedida» por parte de los bancos, explican desde Adicae, que recuerdan cómo los intereses cobrados por los bancos han pasando del Euríbor +0,25 o +0,75 de años atrás a diferenciales del «Euríbor +2» y superiores. Con este añadido, «los bancos compensan la bajada del índice de los últimos meses, y se acaba pagando lo mismo que hace dos años», explica Herrero.
Además de estas condiciones «que ya echan para atrás a muchos clientes», se impone cada vez más la necesidad de un doble aval personal o la llamada «doble garantía», que consiste en incluir como fianza de pago no sólo la casa sobre la que se hipoteca, sino una adicional que esté libre de cargas, generalmente pertenecientes a otros familiares.
Ni por esas. «Con doble garantías se están devolviendo también solicitudes», explica José Linares, director de la inmobiliaria gaditana Prodyser, que reconoce que las condiciones son «cada vez más duras», a pesar de que en la provincia aún hay bastante demanda de vivienda.
Según Linares, un factor importante en el nuevo e inflexible criterio de préstamos es la pérdida de influencia que han sufrido en el último año los directores de sucursales a la hora de conceder o «apoyar» una solicitud de crédito. La decisión ahora se toma casi en exclusiva en los departamentos de análisis de riesgo de las entidades en la casa matriz.
Para la asociación Adicae, sin embargo, además de los impedimentos al acceso son determinantes las imposiciones de contratación de otros productos accesorios: seguros de vida a prima única, cuentas de ahorro, tarjetas de crédito, etcétera. «No son obligatorias», recuerdan los consumidores. «Ninguna entidad reconoce que sean obligatorios, pero sí se amparan en su libertad comercial para imponerlos», advierte Herrero.
El cierre de la espita por parte de bancos y cajas se prolonga «demasiado tiempo» a juicio de Adicae, que recuerda que «las últimas ayudas del Gobierno a los bancos no se han trasladado aún a los consumidores». «Se han apropiado del apoyo gubernamental», denuncia Fernando Herrero, haciendo referencia a la subasta de activos bancarios celebrada a finales del pasado año para inyectar liquidez en las entidades crediticias.
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