Familia de fiscales y arqueólogos
Manuel Esteve fue historiador, arqueólogo, escritor y cuidador del patrimonio histórico-artístico local
Actualizado:Íbamos paseando por un Jerez que apenas si hoy conserva nuestra memoria cuando, atraídos por los restos arqueológicos, nos quedamos apostados en ese trozo de logia renacentista que, protegida por una hermosa reja, abre sus arcos de medio punto a la Plaza del Cabildo. Alguien rodeado de libros nos observaba tras una vidriera emplomada. Al ver la atención que prestábamos a las piezas allí expuestas, no tardó en aparecer por la puerta para acto seguido invitarnos a pasar. Sorteando esculturas togadas, leones de piedra, basas y capiteles bizantinos, accedimos a una sala cuya bóveda de cañón nos sobrecogió.
Era la antigua Biblioteca Municipal y nuestro personaje Manuel Esteve Guerrero, conservador de la biblioteca, historiador, arqueólogo, escritor, poeta y el más celoso compilador y cuidador del patrimonio histórico-artístico jerezano, el que sin su presencia en años de incultura y barbarismos buena parte de nuestro patrimonio se hubiera perdido.
Jóvenes con inquietudes
Estaba buscando jóvenes interesados en nuestra historia o con inquietudes culturales o artísticas para que colaborasen ayudándole en las excavaciones de Asta Regia, su gran proyecto, en el que tenía puesta todas sus ilusiones. Recuerdo como su pasión era transmitirnos la importancia del yacimiento, así que nos sentó en rededor de su mesa para enseñarnos trocitos de cerámica, Terra Sigilata, fíbulas y monedas romanas, a la vez que nos mostraba los planos de las excavaciones de Asta Regia en donde se hallaban señalados los lugares en que habían sido encontrados. Así como fotos en las que aparecían media docena de jóvenes jerezanos que él mismo había reclutado para que le ayudaran y que se encontraban en plena faena. Manuel Esteve Guerrero estaba emparentado con diversos apellidos y familias ilustres de Jerez, ya que su padre, el arquitecto Rafael Esteve y Fernández-Caballero, era primo hermano del insigne doctor Fermín Aranda y Fernández-Caballero. Por la rama de Guerrero, Manuel Esteve estaba también emparentado con Dolores González-Gordon, siendo por ello familia directa de José María Pemán. A su vez formaba parte de la familia Ferguson, por cuya rama también la es de Pilarita Aranda.
Tuvo dos hermanos, Pepe y Rafael. El primero marchó de Jerez tras la Guerra Civil y el segundo, que fue fiscal, permaneció soltero conviviendo con nuestro protagonista y con su mujer, Rosario Castilla Rovira, no teniendo descendencia. Rosario Castilla falleció en trágico accidente en la popularmente llamada carretera de la Cartuja al bajarse del autobús cuando se dirigía a la finca La Salud de Montealegre, propiedad de la familia Ferguson Aranda.
Siendo como es un personaje único y debido a la huella que dejó en la historia de Jerez, Manuel Esteve es de sobra merecedor de nuestra atención y acreedor de los mayores elogios que a través de estas páginas LA VOZ pueda hacer a un miembro de una familia jerezana.
Dificultad
El que suscribe puede que encuentre en Manuel Esteve la mayor dificultad de cuantos personajes haya descrito y familias significado, pues es harto difícil, por no decir imposible, reunir los infinitos valores y la riqueza de toda una vida en dos páginas, ya que el cúmulo de actividades culturales que llevó a cabo durante medio siglo no tienen parangón. Bibliotecario, arqueólogo, escritor, dibujante, crítico de arte, etc. Y también porque a través de su vida y su obra son muchas las referencias que podemos obtener de las escasas actividades culturales con calado y trascendencia que en Jerez se llevaron a cabo durante el siglo XX.
Nieto e hijo de arquitectos, nació en Jerez el 25 de julio de 1905. Realizó los estudios de Bachiller en el Instituto Padre Luis Coloma y una vez acabado el bachillerato marchó a la Universidad de Granada para estudiar derecho, estudios que abandonó para matricularse en Filosofía y Letras en la especialidad de Historia del Arte.
Ya desde jovencito se sintió impresionado con la noticia mundial del descubrimiento arqueológico del Valle de los Reyes en Egipto. Desde entonces parece que la arqueología fue una de sus grandes pasiones, por lo que cualquier vestigio o excavación despertaba su interés, procurando visitarla en las vacaciones de verano, incluso ofreciéndose en las excavaciones, como ocurriera, por ejemplo, en la ciudad romana de Mérida.
Profesor
Fue profesor de Literatura e Historia en el Instituto Padre Luis Coloma y en el año 1931 fue nombrado director de la Biblioteca Municipal. En dicha delegación supo llevar a cabo una gran labor de catalogación de los fondos de nuestra biblioteca, desentrañando y poniendo en valor multitud de legajos e incunables; dotando a nuestra biblioteca de un fichero en donde primorosamente ordenó la mayor parte del legado que hoy conservamos y del que los jerezanos podemos estar orgullosos en buena parte gracias, precisamente, a Manuel Esteve Guerrero.
Debido a su ya mencionada afición a la arqueología, fue también una persona clave para la ordenación y catalogación de la colección arqueológica municipal, por la que, consciente de su valor, luchó mostrando a las autoridades de su época la importancia de dicho legado histórico y la necesidad que había de encontrar un espacio en donde, una vez investigada y analizada cada pieza, exponerlas por épocas, para que así fuesen mejor comprendidas y valoradas por todas las personas que visitaran nuestro mueso. Y así ha sido, motivo por el cual todos debemos agradecimiento a Manuel Esteve por ser el artífice que puso la semilla de nuestro actual Museo Arqueológico, razón por la cual, y en señal de agradecimiento y homenaje perpetuo, el Ayuntamiento decidió instalar en el patio del museo un medallón de bronce en el que en alto relieve se encuentra labrado su rostro.
No nos cabe duda de que el gusto de Manuel Esteve por la pintura, la arqueología y las antigüedades y en suma el arte, le venía desde niño, ya que en su casa de la calle Pedro Alonso esquina a Corredera creció rodeado de bellas artes. Hermosa casa de tres plantas cuya fachada labrada en cantería siempre fue el ejemplo de las otras tantas similares que en Pedro Alonso se construyeron en el siglo XIX y que correspondieron a una época de esplendor de la arquitectura civil jerezana. Con grandes cierros y balcones de sólida y bien forjada rejería en cuyo patio central se pulsaba la vida de la familia Esteve.
Veranos
En verano se vivía en la planta inferior por el frescor que ofrecía el extraordinario pozo del que se surtía la casa, como por la vegetación: clivias, helechos y aspidistras que distribuidas por él incitaban a disfrutar la penumbra del entoldado patio.
Toda la casa era un equilibrio de proporciones y distribución de habitaciones con excelente portaje e iluminadas galerías de cuyas paredes colgaban hermosos cuadros, con antiguos muebles y vitrinas de caoba en las que se apreciaban no pocas colecciones. No es extraño pues que aquel universo en cuyo entorno creció contribuyó a su sensibilidad, la que junto a su formación desarrollaron un excepcional gusto por la belleza y fino olfato por todo aquello en los que los siglos dejaran la patina de lo verdaderamente antiguo.
Porque las cosas no ocurren por casualidad, siendo el fruto de una historia la que sucede a otra, y en el caso de Manuel Esteve se confirma la de Jerez, a la que contribuyó, sin duda, con su especial aportación. Tal fuera el caso, por ejemplo, de Asta Regia, la que de niño conocimos de primera mano, de su viva voz, bajo la bóveda de cañón de la antigua Biblioteca Municipal, en aquel Jerez que apenas si hoy conserva nuestra memoria.
Dejo de existir el 4 de septiembre del año 1976.