Bienvenida
CALLE PORVERA Llevo varios meses dándote esquinazo y volviendo la vista al calendario, con la impotencia con la que se afronta lo inevitable. Nunca me has gustado e incluso me has dado algo de pánico, pues supones rebasar una barrera demasiado infranqueable tras la que te conviertes irremediablemente en una persona llena de responsabilidades, en alguien maduro que tiene que asumir sus errores y tirar para adelante. Ya eres, de hecho, «una adulta», como me recuerda mi prima Claudia advirtiéndome que ya no tengo edad para celebrar su cumpleaños de adolescente junto a sus amigas o, peor aún, alguien pureta, como nos llamó mi cuñado pequeño a su hermano y a mí en una ocasión, en la que casi acabo ingresada del infarto. Sin embargo, tal vez será porque mi madre repite hasta la saciedad que ésta que para mí empieza dentro de dos días ha sido por el momento su mejor década, la más plena y feliz; o quizá sea porque me he dado cuenta de que hace mucho tiempo que dejé de ser una niña y de que ya he dado pasos tan importantes como comprometerme y vivir en pareja; conseguir una cierta estabilidad laboral (cruzo los dedos) o por qué no, hipotecarme y tener coche propio, como miles y miles de currantes.
Actualizado: GuardarEl caso es que superada esta fase, he decidido que lo mejor está por llegar. Tanto es así, que aún quedan retos fundamentales en mi vida y si miro atrás saboreo con gusto el hecho de haber conseguido que todos los que me quieren permanezcan a mi lado. Tras un cierto letargo emocional y algunos problemillas de salud, por qué no mirar al futuro con optimismo, dar las gracias por lo que tengo y lo que me queda por vivir y gritar a los cuatro vientos: ¿Bienvenida, treintena!