Ciudadanos

Un cofrade que ejerce de embajador

La entrevista improvisada que concedió ayer a este medio la realizó en Cádiz, porque aunque su residencia habitual está en Madrid, «como cualquier gaditano» no puede desligarse de su ciudad. «Vengo siempre que puedo porque lo necesito». Incluso en esta época de Cuaresma más si cabe porque se reconoce cofrade, «de los que hacen gala de su Semana Santa fuera». Un embajador de las procesiones gaditanas, que prefiere no decir a qué hermandades pertenece. «Es algo que quiero guardar para mi intimidad».

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Aunque ahora tiene su segundo hogar en territorio beduino (más allá de las Puertas de Tierra), su cuna está «en pleno centro». Por eso, cada vez que lanza una recomendación a sus amigos foráneos, dice que siempre se inclina por la Tacita. «Ahora la provincia de Cádiz está de moda. Todo el mundo conoce su Sierra y sus zonas turísticas: El Puerto, Zahara, Sancti Petri. Pero a mi me gusta recomendar siempre la ciudad. Yo a mis amigos les digo que no pueden perderse la capital, que también tiene muy buenas playas y una esencia que la hace diferente, única».

Ese gaditanismo lo comparte con su esposa, fiscal de carrera, que «estando de ocho meses, se vino desde Canarias sólo para parir en su ciudad».

Esta nueva etapa que inicia en el Ministerio de Justicia tiene un aliciente añadido para él: el trabajo codo con codo con «un amigo de toda la vida». Se refiere al secretario de Estado de Justicia, Juan Carlos Campo. «Hubo dos factores determinantes para que aceptara esta responsabilidad: el reto que supone y que iba a tener cerca a personas como Juan Carlos, con el que coincido en ideas y soluciones y puedo trabajar en sintonía».