HOGAR. El trabajo también escasea en el servicio doméstico. / J. G.
Ciudadanos

Bolivianos y ecuatorianos vuelven a su país ante la falta de empleo en la provincia

Asociaciones y colectivos gaditanos reconocen que la crisis obliga a los inmigrantes latinos a preparar las maletas de regreso a casa La educación, el empleo y la vivienda son ahora los principales tipos de exclusión social, por delante de la etnia, la religión o la condición sexual

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Hoy se celebra el Día Mundial contra el Racismo y la Xenofobia y las estadísticas lo confirman. En pleno siglo XXI se cambian las bases del racismo clásico -ese tipo de rechazo que discriminaba a las personas por su raza o su tono de piel- para pasar a un racismo moderno marcado por la crisis económica, donde lo que importa es que esa persona -sea del color o la nacionalidad que sea- suma competitividad al mercado laboral. El drama del paro también afecta a los inmigrantes. Los últimos datos son aterradores. El desempleo afecta a en la provincia a 4.189 extranjeros. El paro entre el colectivo de inmigrantes ha subido en la provincia un 60% en el último año frente al 35% del resto. La falta de empleo en la provincia, por ejemplo, ha llevado, sobre todo, a los inmigrantes latinos a preparar las maletas y regresar a su país. Bolivianos y ecuatorianos son los que han emprendido el camino de vuelta.

Según el último informe realizado por el Instituto de Estudios Sociales Avanzados de Andalucía, el 62% de las personas encuestadas creen que los extranjeros o inmigrantes les quitarán el puesto de trabajo. Además de un 59% que opina que al aceptar sueldos más bajos hacen descender los salarios.

No es una afirmación nueva, ya que todas las personas que llegan a España, y más concretamente a Andalucía, buscando un trabajo aceptan aquellos contratos que nadie quería. La provincia acoge cada año a multitud de personas de todas las nacionalidades repartidas por las distintas localidades. En concreto, El Puerto y Chiclana son las zonas en las que más personas -inmigrantes o nacionalizados- se concentran en la búsqueda de un empleo. Aproximadamente, se baraja que hay un total de 42.600 personas residentes en la provincia que son inmigrantes, o lo que es lo mismo un 3% del total de la ciudadanía. Manuel Lara, representante de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, Apdha, es tajante a la hora de afirmar que en la provincia no hay un tipo de racismo común, sino «un racismo soterrado que no pasa de los insultos o los comentarios malévolos, no hay grandes colectivos ya que están muy dispersos».

«Es posible que los problemas de la capital, la situación actual de la economía y el propio consumo hayan favorecido estas actitudes racistas», apunta Albert Bitodent, presidente del Centro de Acogida de Inmigrantes, Ceain. Y añade que «el ser humano no es desconfiado por naturaleza sino por educación, por lo que aún nos queda mucho camino por recorrer y trabajo por realizar».

Esta desconfianza queda reflejada en el estudio realizado por el Instituto de la Juventud, Injuve, en el que los suramericanos y latinos cuentan con un 18% mientras que los africanos y subsaharianos se quedan en el 16%. Tras ellos, se encuentran los ecuatorianos (8%), chinos (7%) y los marroquíes y magrebíes con un 6%.

Un rasgo característico es que cada nacionalidad se dedica a desempeñar una profesión. Las personas de origen subsahariano se dedican a la venta ambulante mientras que los latinoamericanos -y más concretamente en el caso de las mujeres-, se dedican al cuidado de las personas mayores, a la limpieza de las casas, etc. En este sentido, según el Injuve, las nacionalidades más numerosas son Rumanía, con 731.806 personas (un 13,9%); Marruecos con 652.695 (12,4%); Ecuador con 427.718 (8,1%) y Bolivia con 284.581 personas.

Amin Souissy es un voluntario de origen marroquí que colabora y trabaja para Apdha. Lleva más de veinte años en Cádiz y algo más de diez dedicado por entero a ayudar a aquellas personas que lo necesiten. Está encargado de todas las delegaciones que posee la asociación en la Bahía y siempre está allí donde lo necesitan. Ayer le tocó el turno a Chiclana, en sólo un día atendió a algo más de una docena de personas que acudían, desesperados, para solicitar ayuda.

Vuelta a casa

Como novedad en todos estos años de dedicación a la asociación, Amin comienza a encontrarse con personas que una vez que han regularizado su situación y al quedarse sin un contrato deciden regresar a sus países a la espera de un nuevo empleo que les permita vivir. «Me ha sorprendido mucho que después de más de once años luchando por los derechos de los inmigrantes lleguen muchos que decidan regresar a sus países. Sobre todo son latinoamericanos, bolivianos y ecuatorianos en su mayoría, ya que los marroquíes por la proximidad se marchan a sus casas y regresan para la recogida de la fresa en Huelva o para la hostelería en Conil».

Actualmente son muchas las mujeres ecuatorianas o bolivianas que trabajan como empleadas de hogar interna por 600 euros mensuales, con un único día libre a la semana. «¿Quién quiere ese empleo? Nosotros trabajamos donde nadie quiere trabajar y molestamos sólo cuando exigimos nuestros derechos, que no son otros que tener Seguridad Social».

sfernandez@lavozdigital.es