Control de calidad
La diversidad es la gran musa del mundo, aunque sea de opiniones. En su comparecencia en el Congreso, el señor Rubalcaba afirmó que España se ha convertido en uno de los países más seguros del gran reino global, aunque la estadística demuestre que los asesinatos han aumentado por primera vez en seis años. ¿Qué le importan los datos a un ministro? Ni siquiera a un subsecretario.
Actualizado: GuardarLa diversidad es la gran musa del mundo, aunque sea de opiniones. En su comparecencia en el Congreso, el señor Rubalcaba afirmó que España se ha convertido en uno de los países más seguros del gran reino global, aunque la estadística demuestre que los asesinatos han aumentado por primera vez en seis años. ¿Qué le importan los datos a un ministro? Ni siquiera a un subsecretario.
Cuando se ocupan determinados puestos lo mejor es no hacer cábalas, sino declaraciones. Si se está demasiado atento a la verdad y a la realidad se corre el riesgo de dejarse influir.
Un nutrido grupo de organizaciones sociales, como 200 o así, han denunciado en la Fiscalía General del Estado a altos cargos del Ministerio del Interior, incluido a su titular, por las redadas ilegales de inmigrantes. Nuestra legendaria hospitalidad, que sólo se produce cuando nos hacen falta huéspedes, ha terminado en las llamadas «detenciones selectivas». Curiosamente los despedidos de su trabajo son más sospechosos que los turistas que vienen a darle trabajo al decreciente grupo de nativos que aún lo conservan.
No se sabe cómo no explotan los centros de internamiento, que es como se les llama a las cárceles para eludir su desagradable nombre. Registran unos grandes llenos. Hasta las respectivas banderas autonómicas. Entre muchos componentes de la famélica legión de los que vinieron a ganarse la vida, se cuela un canalla miserable capaz de traer loca a la policía mintiendo sobre el sitio donde decidió esconder a su novia asesinada. Y es que ni siquiera en las prisiones hay control de calidad. Lo que sí hay es un código moral. Si sale al patio con los demás reclusos no quedan de él ni las huellas digitales. Por deshonrar el recinto.