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El aval del PPE disipa el futuro de Barroso al frente de la Comisión

Las incertidumbres que rodeaban la reelección de Jose Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea para un nuevo mandato de cinco años parecen estar disipándose. Ayer, el Partido Popular Europeo (PPE), del que el actual presidente comunitario forma parte, decidió apoyar su candidatura, durante una reunión a la que asistió la canciller alemana, Angela Merkel, y que tuvo lugar antes del inicio de deliberaciones del Consejo.

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La continuidad de Barroso al frente de la Comisión había sido objeto de cuestionamiento incluso en el seno de esta su formación política parlamentaria a raíz del rechazo irlandés al Tratado de Lisboa el año pasado. Posteriormente, y de manera principal en Francia, ha crecido la oposición al político portugués, en parte debido a desencuentros con Nicolas Sarkozy, que reclamaba acciones comunitarias más enérgicas a favor del sector del automóvil, y en parte porque el discurso liberal del ex primer ministro luso es objeto de todo género de desautorizaciones en la actual crisis económica que tiene sus orígenes en una carencia de regulación.

El endoso del PPE a Barroso clarifica considerablemente el panorama institucional de la UE. Aunque los democristianos de la Eurocámara van a perder el apoyo de los conservadores británicos, parece que esa familia política mantendrá su prevalencia en la institución durante la próxima legislatura, lo que allana considerablemente el camino al actual presidente de la CE. Otras opciones, como la de Anders Fogh Rasmussen, primer ministro socialista del Gobierno danés, parecen perder posibilidades.

Barroso ha sido criticado por una excesiva ductilidad a los designios de los países poderosos de la Unión Europea. El eurodiputado 'verde' Cohn-Bendit ha dicho de él que «es un camaleón maleable al servicio de los grandes».

Ideológicamente, ha evolucionado desde las posiciones maoístas de su juventud hasta su neoliberalismo actual, después de un tránsito por la socialdemocracia que lo catapultó al Ministerio portugués de Asuntos Exteriores y, posteriormente, a la condición de primer ministro, cuando compartió foto -como anfitrión- con George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar en el archipiélago de las Azores.