TRAMA. El rey (sobre el atril) pide al Ministro de Defensa que encuentre el libro robado. / VÍCTOR LÓPEZ
Ciudadanos

'El Libro de los Reyes' aparece y desaparece en Cádiz

El Falla acogió el estreno absoluto de la primera ópera coproducida por el Ayuntamiento

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Experimento sociológico en el Falla: un jueves luminoso, a las once de la mañana, cuatrocientos adolescentes de Cádiz y provincia asisten al ensayo general de una ópera con escenografía minimalista y moraleja educativa, protagonizada por intérpretes finlandeses que cantan y cantan y cantan durante dos horas largas. A las puertas del teatro, mientras algunos colegiales avispados advierten de su intención de largarse a La Caleta, casi puede mascarse la tragedia.

El compositor de la obra, Timo-Juhani, y la autora del libreto, Maritza Núñez, suben y bajan nerviosos por la platea, ajenos al jaleo que se desata fuera. La responsable del Teatro Kapsakki, una nórdica simpática pero muy formal, avisa: «Vamos a empezar diez minutos tarde porque faltan dos músicos».

Los alumnos del Columela, del Cornelio Balbo y del Fuerte de Cortadura, entre otros, pasan de la radiante primavera de la plaza a la penumbra del patio de butacas. Se sientan. Los profesores insisten: «¿Callaos ya y apagad los móviles!». La Camerata, a las órdenes de López Aranda, afina entre murmullos. Silencio.

No se levanta el telón porque ya está levantado. Dos niñas saltan a las tablas desde un palco cercano. La escenografía es sencilla y original. Se basa en los juegos de luces y en la proyección de un audiovisual que actúa de fondo versátil para la acción. Una hamaca y un atril con un libro componen todo el mobiliario en escena. Las chicas cogen el manual y se divierten con la travesura.

El rey, recién levantado, se despereza. Advierte que alguien ha cogido el valioso ejemplar. Y grita: «¿El Libro de los Reyes ha desaparecido!» Después, vuelve a gritar: «¿El Libro de los Reyes ha desaparecido!» Por si alguien no se ha percatado todavía del problema, el buen hombre insiste: «¿El Libro de los Reyes ha desaparecido!» Llama a un sirviente y le anuncia: «¿El Libro de los Reyes ha desaparecido!» El cañón de vídeo proyecta al fondo una leyenda que dice: «¿El Libro de los Reyes ha desaparecido!». Un alumno bromea en la última fila: «¿Qué es lo que ha desaparecido?»

A partir de ese momento, a pesar de que cuesta un poco seguir los diálogos (apoyados en bocadillos de cómic), de la vocalización (comprensiblemente forzada por los intérpretes finlandeses) y de todas las dificultades añadidas de ese lenguaje tan particular que es la ópera, los cuatrocientos alumnos entran al trapo, siguen con insospechado interés el desarrollo de la trama e incluso aplauden a destiempo.

Sólo en los minutos finales, cuando llevan ya casi dos horas sometido a una extraña hipnosis, comienzan de nuevo a revolverse en sus asientos y a echar de menos el sol que les espera fuera. Cuando baja el telón, aplausos rabiosos. El experimento sociológico, para alivio de los organizadores, ha funcionado a la perfección.