ILEGAL. La casa ya tiene orden judicial de derribo. / J. M. A.
Chiclana

Un derribo póstumo

La propietaria de la casa de Pago Melilla que será demolida falleció hace más de un año

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La segunda casa ilegal de la historia del municipio que se derribará en Chiclana en los próximos días tiene tras de sí una historia humana singular. El inmueble, de 120 m2 y ubicado en el Camino de la Fusta del Pago Melilla, era propiedad de Margit Irmgard, una mujer alemana fallecida en 2008.

Su vinculación con la ciudad se remonta a 1994, cuando Margit llegó a la provincia en busca de su retiro soñado. Ella compró una finca de 6.000 m2 en un entorno sin urbanizar, alejado del centro urbano pero a pocos kilómetros del litoral y cercano a Novo Sancti Petri.

Allí estableció un negocio de picadero, clases de monta y paseos a caballo muy conocido en Alemania y que incluso se publicitó en webs especializadas del país como www.horsenet.de.

En 2003, la propietaria decidió vender parte del terreno, y en uno de los laterales de la finca inició la construcción de la casa que ahora será demolida.

Esta vivienda no cuenta con licencia y está edificada sobre suelo no urbanizable de interés agrícola. El Ayuntamiento le abrió expediente y la denuncia llegó al juzgado de lo penal de Cádiz, que la absolvió en primera instancia. Sin embargo, a los pocos meses, el recurso de la Fiscalía cambiaba el sino de la historia, y tras pasar por la Audiencia Provincial, Margit Irmgard fue condenada en marzo de 2007 a seis meses de prisión por un delito consumado contra la ordenación del territorio y a tener que derribar su casa.

LA VOZ pudo comprobar ayer que, tras el fallecimiento de Margit (que no tenía herederos ni familia directa en España), la vivienda se encuentra deshabitada. «Aquí viene sólo de vez en cuando una pareja amiga suya», reconocen algunos de los vecinos, que recuerdan con cariño a la mujer, que falleció «con 60 años y el disgusto de lo de su casa en el cuerpo». Ahora, más de un año después, las máquinas derribarán tanto las instalaciones hípicas que fueron su medio de vida en España como el que fue su hogar apenas unos meses, poniendo de manifiesto que tras la problemática de la edificación ilegal hay, siempre, historias reales con nombres y apellidos.