Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
LA TRINCHERA

Incomunica, que algo queda

En minuto y medio de monólogo estéril, el tipo encajó como pudo los términos heterotutela, anxiología y causacidad. La audiencia se deshizo en murmullos de aprobación, a pesar de que nadie había comprendido un carajo. El orador se hinchó como un globito de feria y resopló de gusto. Últimamente se ha vuelto a poner de moda la incomunicación crónica como carcarsa intelectual. Los eruditos de calle practican la ardua tarea de no decir nada, pero dominan el arte de adornar ese vacío argumental con toda suerte de fuegos artificiales. Fisionométrico, Indoparadogmático, antonomasiástico. Algún que otro autocondecorado escritor de plumilla barroca presume también de sus complejidades ficticias, porque ha encontrado la fórmula precisa de exponer ideas simples de la manera más confusa posible. Exactamente lo contrario a comunicar.

Actualizado:

Si yo, por ejemplo, quiero decir que el concierto me ha gustado, pero deseo hacerlo con un estilo lo suficientemente recargado, pomposo y churrigueresco como para que el pobre lector se sorprenda de mis profusas habilidades semánticas, puedo optar por un: «La avenencia armoniosa de los avíos pentagrámicos sublimó el sentido placentero de lo excelso». Así, en los cenáculos de la intelectualidad provinciana, pacata y triste en que la que este tipo de virtuosos figurativos se mueve, conseguirán un poco del predicamento que su capacidad les niega. Terminaré esta columna añadiendo una serie de términos que no viene a cuento pero con los que pretendo ganarme su respeto como articulista serio, definitivamente analítico y profundo: intrometrocorporativo, aluciente y bondriamoso. Ea.