IMPERTÉRRITO. Josef Fritzl mantuvo oculto su rostro con un archivador durante los diez minutos que las cámaras de televisión pudieron permanecer en la sala. / AP
PLIEGO DE CARGOS

«Fui una especie de demonio»

Fritzl, el 'monstruo de Amstetten', reconoce en el comienzo del juicio haber violado a su hija durante 24 años pero niega el homicidio de un bebé

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¿Fue un gesto de arrepentimiento y vergüenza por el crimen cometido o simplemente un último acto de desprecio dirigido a la prensa y a sus compatriotas? Josef Fritzl, el hombre que encarceló a su hija durante casi 24 años para convertirla en su esclava sexual, acudió al Tribunal que deberá juzgar sus crímenes con el rostro oculto por un archivador de color azul. Así impidió que la televisión austriaca, la única autorizada a entrar en el tribunal de Sankt Pölten, lograra difundir las imágenes del anciano de 73 años desde su arresto, hace menos de un año. «¿Cree que tendrá un juicio imparcial? ¿Quiere hacer una declaración?», preguntó un periodista de la televisión pública ORF. Fritzl guardó silencio durante diez largos minutos, pero dos personas que podían ver su rostro, afirmaron que el técnico electrónico jubilado sonreía cuando escuchaba a su interlocutor.

El hombre más odiado de Austria, bautizado como el 'monstruo de Amstetten', se vistió con un traje de color gris, camisa azul y corbata a rayas del mismo color para comparecer ante la Justicia en lo que ya todo el país califica como el «juicio del siglo». Cuando los fotógrafos y la cámara de ORF abandonaron la sala, Friztl se quitó su 'mascara'. Fue entonces cuando 95 periodistas, en su mayoría austríacos, tuvieron la posibilidad de contemplar su rostro y observar desde la tribuna una mirada casi diabólica desde sus ojos azules, fríos y duros como los de un lobo.

En ese momento, la juez Andrea Humer dio por iniciado el juicio que deberá dictar sentencia el viernes. Aunque nadie duda de que Fritzl será encontrado culpable, hay incertidumbre en torno al castigo que recibirá. Cuando la magistrada preguntó al acusado si era culpable de haber cometido el delito de incesto, respondió con la voz quebrada: «Sí». «¿Es usted culpable del delito de secuestro?», añadió la togada. «Sí», dijo otra vez el presunto criminal. «¿Es usted culpable de violación?», demandó la mujer que dirige la corte. «Sí, pero en parte», fueron entonces las palabras que salieron de la boca del 'monstruo'. Lo que sí rechazó Fritzl fue su responsabilidad en la muerte de un bebé que procreó su hija Elisabeth y que falleció en el sótano a las pocas horas de haber nacido. Sí el niño hubiera recibido atención médica habría vivido. Por ello, la Fiscalía le acusa de un delito de asesinato, penado con cadena perpetua.

«Anciano simpático»

Aconsejado por su abogado, Rudolf Meyer, quizás el criminalista más famoso del país, Fritzl también negó la acusación de esclavitud, un crimen que conlleva penas de cárcel de diez hasta veinte años, pero admitió haber cometido incesto, que sólo se pena con un año de prisión. La estrategia de reconocer en forma parcial los crímenes no sorprendió a Chirstine Burkheiser, la combativa fiscal de 33 años que estaba de guardia cuando Fritzl fue detenido por la Policía el 26 de abril de 2008 y que redactó el acta de acusación de veintisiete páginas.

En una apasionada intervención dirigida al jurado, Burkheiser recordó que el acusado tenía el aspecto de «anciano simpático», pero urgió a las ocho personas que tienen la delicada tarea de encontrar culpable o inocente al acusado que no olvidaran un hecho contundente. El 'monstruo' nunca había mostrado señales de arrepentimiento. Su defensor, en cambio, pidió al jurado que fuera objetivo. «A pesar de la forma en que ha sido descrito por la prensa, intenten verle como un ser humano», dijo.

La fiscal Burkheiser relató cómo Fritzl había encerrado a su hija en agosto de 1984, cuando tenía 18 años. Desde entonces la violó de forma sistemática. Elisabeth procreo a siete hijos, uno de los cuales, un mellizo que recibió el nombre de Michael, murió a las pocas horas de haber nacido. «Sangre de su sangre, señor Fritzl. Eso es asesinato por omisión de auxilio», afirmó la fiscal.

Efectos dramáticos

Para destruir la estrategia de la defensa, Burkheiser recurrió a varios efectos dramáticos. Después de contar que había visitado la cárcel donde vivió la víctima casi 24 años y describir la atmósfera mórbida y húmeda del sótano, mostró una caja que contenía algunos objetos de allí sacados y les pidió que los olieran para que se hicieran una idea del hedor que había en una habitación sin luz ni ventilación natural y donde la humedad se concentraba en las paredes. En otro momento, la fiscal pidió que se apagara la luz. Cuando la sala volvió a ser iluminada, dijo: «Luz apagada, violación, luz encendida, moho».

«Ustedes no son vengadores», aseguró por su parte la defensa al rememorar que tanto él como su cliente habían recibido amenazas de muerte. Recordó que en el mundo abundan los casos de violación e incesto y que el de su cliente era único, porque quería crear una «segunda familia». «Él no buscaba una satisfacción sexual porque si fuera así no habría tenido hijos», añadió.

«Si Josef Fritzl fuera el monstruo que la prensa ha inventado, habría matado a todos sus rehenes», insistió y puso como ejemplo del afecto que sentía por su segunda familia», el hecho de que hubiera llevado a su hija Kerstin al hospital. Meyer también desafió a la Fiscalía a que demostrara la responsabilidad en la muerte del bebé y advirtió de que es preciso diferenciar entre privación de libertad y el delito de esclavitud.