Diálogo de sordos y besugos... de todo menos social
El Gobierno ha venido transmitiendo el mensaje de que patronal y sindicatos están comprometidos a llegar a acuerdos para sacar al país a flote. Desde los Pactos de la Moncloa en 1977, el consenso político hizo posible la transición democrática en España, de igual forma que en el terreno social la negociación entre empresarios y sindicatos ha posibilitado alcanzar cotas importantes de bienestar a la sociedad española. Pero hoy la situación y las circunstancias económicas son distintas. La entrada de España en la CEE y en el euro y la globalización de los mercados, unido a una crisis internacional de efectos devastadores, a la que hay que unir otra de carácter endógeno y consecuencias imprevisibles, que se hubiera producido también sin la presencia de aquella, marcada por defectos estructurales que viene padeciendo la economía española desde época inmemorial y que nadie, ninguno de los gobernantes que hemos tenido ha sido capaz de poner orden y cimentar unas bases sólidas en las que apoyarse.
Actualizado: GuardarHa sido útil y cómoda para los políticos la concertación social. Ha sido una bicoca para la Patronal y los Sindicatos más representativos. Su condición de tales, les ha permitido financiarse con cargo a los Presupuestos de todas las Administraciones Territoriales. En estos años de crecimiento económico, aunque desequilibrado, no sostenido y sin modelo de recambio, la concertación social ha adquirido prestigio entre la clase política (para desgracia de los ciudadanos, los políticos ni representan la vanguardia de la sociedad, ni la élite intelectual de la ciudadanía, pero son los que se presentan a las elecciones blindados en listas electorales cerradas).
La concertación social como tal, ha tenido una capacidad de influencia notable sobre las Administraciones, amén de los partidos políticos. Pobre político que falte a un congreso de un sindicato o de la patronal, y además no salga en la foto. Esa influencia, en absoluto se ha correspondido con la eficacia real de lo acordado. Sin embargo, al aparecer en el diccionario de lo políticamente incorrecto no sólo cuestionar los pactos suscritos, sino pensar que no tienen la exclusiva de la legitimidad para acordar la política social, pasa lo que pasa y lo que nos queda por pasar.
En cualquier caso, los ciudadanos tenemos claro que la soberanía nacional reside en el Parlamento, siendo ello la esencia de la democracia, que no es divisible. Lo digo porque se ha querido encumbrar a los altares de nuestra democracia parlamentaria el Diálogo social, así como el contenido de los mismos y ser aprobados directamente en las Cortes, sin enmiendas ni reparos, como sí patronal y sindicatos fueran detentadores de la soberanía nacional en materia social. Lo digo, porque en Andalucía, los señoritos o señorias de CC.OO. y UGT han dejado claro que el Parlamento andaluz no es el marco de diálogo natural para tratar la crisis. Parece ser que debe ser tratada en el nuevo convenio de concertación social, aunque se demore y se demore, incluso aunque su contenido sólo merezca la pena su depósito en una papelera de reciclaje. Pero claro, el fundamento de las millonarias ayudas de patronal y sindicatos pasan por la foto y texto de concertación.
Pues no señorías sindicales, el Parlamento es el ámbito natural del debate político y por ende del debate socioeconómico. No cabe admitir que el papel de los agentes sociales abrogue la legitimidad del pueblo representado en la Cámara de representación.