El 'carcelero de Amstetten'./ Archivo
juicio contra 'el carcelero de amstetten'

Fritzl: «Mi madre nunca me quiso»

El 'carcelero de Amstetten' relata entre sollozos su vida al Tribunal

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Josef Fritzl ha relarado con la voz quebrada ante el tribunal que le juzga su dura infancia. Tembloroso y con apenas un hilo de voz, Fritzl relata que en su "durísima infancia" sufrió numerosas agresiones por parte de su madre y que no tuvo amigos. "Mi madre nunca me quiso. Ella ya tenía 42 (cuando él nació). No quería ningún niño y actuó en consecuencia. Ella me maltrataba", ha explicado a la juez sobre su condición de hijo no deseado.

Con la voz rota por momentos, el acusado ha explicado que las tornas cambiaron a medida que él crecía y su madre envejecía, y que con doce años empezó a defenderse de las agresiones de su madre: "A partir de ese momento me convertí en el demonio para ella". Aún así, ha mostrado comprensión ya que "su vida tampoco era la más bella. Creció en una granja y con sólo ocho años ya tenía que trabajar". Nunca recibió cariño de ella y que no tenía ninguna "relación interior" con su madre, que murió también tras años de estar encerrada en el piso superior de su casa, donde él tapió las ventanas para que ella no viera nunca la luz de sol.

En el colegio tuvo unas excelentes calificaciones, pero sus padres no podían permitirse invertir en su educación y decidió aprender un oficio. Tras terminar su formación profesional en una situación de completa penuria financiera conoció a la que sería su esposa, que se convirtió en su "primera mujer ", la primera con la que tuvo relaciones sexuales.

Las reformas en la casa

En la casa que fuera de su madre estableció su propio hogar, que compartía con su progenitora, amplió en sucesivas remodelación y recordó que en 1957 tuvo a su primer hijo. "Cada tres años venía casi siempre otro", aseguró, para explicar que su mujer era muy casera y aspiraba a tener incluso diez hijos.

En 1974 comenzó una gran reforma de su casa, con la intención de agregarle viviendas adicionales y construyó un sótano. "Estaba pensado como una oficina. Las otras partes estaban pensadas para guardar objetos", para precisar poco después, "maquinaria". En ese sótano fue donde en 1984 encerró a su hija Elisabeth, que entonces tenía 18 años.

La relación de Fritzl con su madre fue desvelada tras filtrarse el pasado octubre a la prensa sensacionalista austríaca parte del informe psiquiátrico del acusado. En sus entrevistas con la psiquiatra, Fritzl confesó que temía a su madre más que a ninguna cosa y que la odiaba por sus continuos insultos, en los que lo tildaba de "satán, inútil y criminal" y le prohibía practicar deportes y tener amigos. Pese a ese desarreglo de la personalidad, los peritos han establecido que el acusado está en pleno uso de sus facultades y puede ser enjuiciado.