![](/cadiz/prensa/noticias/200903/16/fotos/022D1CA-ESP-P1_1.jpg)
Zapatero busca la foto con Obama para recobrar el impulso político
El jefe del Gobierno aspira a romper la inercia que atenaza a los socialistas desde el 1-M con una apretada agenda internacional
Actualizado: GuardarBarack Obama dio esta semana a José Luis Rodríguez Zapatero una inesperada alegría. El presidente de Estados Unidos participará en el Foro de la Alianza de Civilizaciones que se celebrará en Estambul los próximos 6 y 7 de abril. Su presencia obedece más al interés en que Turquía, un socio estratégico que dio la espalda a George W. Bush en la invasión de Irak, medie ahora entre la Administración norteamericana y los países islámicos, que a la voluntad de impulsar la iniciativa ideada por el jefe del Ejecutivo español. Pero la noticia -confirmada el jueves por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon- llegó como caída del cielo a un Gobierno socialista desanimado y atenazado por la falta de aliados internos.
La foto de Zapatero con Obama y Recep Tayyip Erdogan, su único partenaire en esta apuesta, será toda una victoria frente a un Partido Popular crecido que, en su día, calificó la Alianza de Civilizaciones de «ridícula» y «redacción de colegio». Aunque los socialistas la conciben solo como la guinda de un gran pastel. El presidente confía en que el maratón internacional al que se someterá la primera semana de abril -Londres, Estrasburgo, Praga y Estambul- impulse su liderazgo de puertas adentro y elimine el regusto amargo de su primera derrota electoral (Galicia) y el continuo runrún de una crisis de Gobierno que alimenta la sensación de agotamiento.
El mejor momento para el jefe del Ejecutivo en esta legislatura llegó, de hecho, cuando contra todo pronóstico y tras una intensa gestión diplomática de la que sus propios colaboradores dudaban hasta el último minuto («cuando llegamos a Washington no nos esperaban», confiesa uno de los miembros de la avanzadilla) se logró una silla en la reunión del G-20 del pasado noviembre. Zapatero sigue considerando que fue un «logro evidente» al que aspira a sacar jugo lanzando la idea de que ha hecho de España un país «más relevante y más fuerte en la escena internacional».
El momento ansiado comenzará en la tarde noche del día 1, cuando los líderes mundiales comenzarán a llegar a Londres para una recepción con la reina Isabel II en Buckingham Palace, previa a la cena en Downing Street. Tras la conferencia económica -amenazada por las discrepancias entre americanos y europeos- tendrá lugar la cumbre de la OTAN en Estrasburgo, los días 3 y 4. También habrá cena de todos los dirigentes internacionales, Obama incluido, para celebrar el 60º aniversario de la Alianza Atlántica, pero será en la ciudad alemana de Kehl. Y el 5 de abril, antes de volar a Estambul, Zapatero participará en la cumbre UE-Estados Unidos.
Su protagonismo en todos estos actos está aún por demostrar. Al margen de que, tras cinco años de mandato, haya ganado cierta soltura, aún lastrada por una marcada dificultad para los idiomas, su papel en las reuniones y conversaciones preparatorias ha sido, de momento, limitado en comparación con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, la canciller alemana, Angela Merkel y, el anfitrión británico, Gordon Brown.
Tendrá difícil brillar, también, en el ecuador del periplo. El minuto de gloria se lo ha procurado, una vez más, el presidente galo que escenificará en un puente sobre el río Rin el regreso de Francia, después de 43 años de autoexclusión, a la estructura permanente de la OTAN. Por eso, el Gobierno concede tanta importancia a la cita de Estambul. Allí no habrá más líder mundial que el turco para competir por las atenciones de Obama que, por cierto, desde que asumió el cargo ha telefoneado a los principales líderes europeos, incluido Silvio Berlusconi, y aún no ha llamado a Zapatero.
Desconfianza interna
Con todo, los socialistas esperan que el presidente vuelva a casa con un halo nuevo que le permita retomar la iniciativa perdida. Los ánimos en las filas gubernamentales están bajos desde la noche electoral del 1 de marzo. No hay apenas margen para aprobar iniciativas. Se tira del veto y del decreto-ley para no hacer frente a la soledad parlamentaria y, según aseguran fuentes del partido, «se ha instalado una desconfianza entre compañeros» hasta ahora desconocida. Los propios ministros parecen noqueados. «En estas condiciones -se lamenta la titular de una de las carteras más políticas- no hay mucho que podamos hacer».
En la última semana se han sucedido una protesta estudiantil contra el plan Bolonia para Universidades, una manifestación de policías y una marcha de 15.000 personas en Barcelona orquestada por los sindicatos. En el horizonte hay una huelga de jueces. Y el diálogo social, en plena ebullición del paro y con la Seguridad Social tocada, no fructifica. «De todo -admite un asesor gubernamental- esto es lo verdaderamente preocupante». La baza de Zapatero es la convocatoria de la mesa de reformas estructurales, junto al PP, probablemente, a la vuelta de la Semana Santa.