DETALLES. La calidad fue constante en el escenario. / J. FERNÁNDEZ
Sociedad

Maya en el recuerdo

El homenaje póstumo a Mario Maya puso el colofón al cierre del Festival jerezano Algunos de sus colaboradores no quisieron faltar

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Un homenaje es siempre un homenaje. Un tratado a la memoria del artista, desde el respeto, hecho con el mayor de los cariños. Y si a esto le sumamos que el elenco está formado, salvo excepción por artistas que han seguido las indicaciones del maestro en algún momento de sus vidas, todo está hecho.

Belén Maya, bajo la dirección de escena de Miguel Serrano ha querido mostrar su respeto a Mario, Mario Maya.

El legado del bailaor quedará siempre en la memoria de todos aquellos que aman el flamenco. Maya fue un destacado apasionado del arte y a lo largo de su trayectoria artística, su única intención ha sido la de dignificar todo aquello cuanto caía en sus manos.

Su hija Belén ha reunido a colaboradores de Mario para ofrecerle un póstumo homenaje. A lo largo de esta semana ya se realizaron actos en su honor, con unas jornadas técnicas sobre su vida y obra. La Fundación Mario Maya ya está en marcha y ahora una corta gira, que además de haber visitado a Jerez pasará por Granada y por Córdoba. El cierre del Festival, como no podía ser de otra manera, ha sido el gran tributo a Maya. Con una puesta en escena simple, sin arquetipos formales de escenografía, se han ido desarrollando pasajes de algunas de sus creaciones, un collage de las que fueron algunas de sus obras cumbre

De su obra Réquiem para el fin del milenio, creación con la que comenzó en la dirección de la Compañía Andaluza de Danza, han escenificado unas alegrías con el cuerpo de baile al completo. De la misma, El pasaje 5 toreros lo llevaron a escena Manolo Liñán, Ángel Atienza, Manuel Betanzos, Marco Vargas y Juan Manuel Zurano. Belén, con traje negro, de luto, le rindió una seguiriya fantástica, con mucha fuerza y énfasis de principio a fin. Fue Isabel Bayón la que por malagueñas y jaleos se arrodilló ante el maestro. Pasajes como «tres sillas, o «un, dos, tres... fa» complementaron el baile grupal. El baile de Betanzos en el cante de Trilla estuvo cargado de simbología. Betanzos en la piel de una mula que se revuelve ante el cante. Fue su sobrino Juan Andrés Maya quien, homenajeando el Diálogo del amargo, se enroló por romances con mucha fuerza, típico de la escuela granadina que él practica y lleva por bandera. Con Diego Llori en el papel de equino se lidió una batalla entre éste y Juan Andrés en la que un paso a dos memorable acabó con la vida de Maya.

Legado artístico

El legado artístico de Mario Maya siguió presente con la música infantil de corro a la que juegan los más pequeños pero imprimiéndole un toque flamenco que derivó en bulerías. Sólo en las coreografías grupales pudimos notar que no estuvieron sincronizados los artistas.

Manolo Liñán se despojó de todo lo que tenía dentro en unas alegrías, que recordaron, más si cabe, al desaparecido Mario. Un baile muy técnico, poco rígido y muy masculino, marcado por el buen hacer de Liñán. La sevillana Isabel Bayón que también se sumó al homenaje, despuntó en jaleos. Pocas veces la hemos visto utilizando tanto los pies. Me gustó.

Quede en la memoria este simple y gran homenaje a uno de los hombres del flamenco contemporáneo y vanguardista que ha sabido inscribir con mayúsculas su nombre en la historia del baile.