tres mil años y un día

La telegenia de Teófila

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Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, ha tenido una semana de no parar. Hoy se enfrenta a la Junta de Andalucía porque Silvia López, directora de la oficina autonómica de rehabilitación del casco histórico y harta de escuchar las protestas vecinales por el trato del consistorio, pretende inspeccionar finca a finca las 18.000 casas que hay en todo el centro. Mañana, pide prórroga para poner en marcha el célebre acuario de Puerto América, un proyecto que data de los tiempos de Jacques Cousteau y que va camino de emular al célebre Museo del Mar, vulgo Museo del Ná. Pasado mañana y a pesar de las peticiones que hemos firmado chiquicientas personas, se niega a retirarle a Álvaro Uribe el paradójico premio a La Libertad que le ha otorgado la capital gaditana en el contexto de los fastos del 12: hizo bien Sebastián Terrada, el concejal de Izquierda Unida, en recordar que al margen de Cádiz, sólo Georges Bush se había atrevido a premiar al mandatario colombiano. Pero como colofón a su maratoniana agenda y en su calidad de diputada, reverdece sus laureles de rebelde sin causa y se suma a la toma de las oficinas de la Junta de Andalucía en la Sierra de Cádiz, acompañando en su viaje a militantes del Sindicato Andaluz de Trabajadores, Izquierda Unida y a los alcaldes de Bornos –el senador Fernando García-, Espera y Puerto Serrano.

En cualquier caso, esa es la mejor Teófila, la de la libertad sin ira y no la del gesto crispado en la tribuna de oradores del Parlamento de Andalucía y del Congreso de los Diputados. Ella gana mucho en las distancias cortas y lo que extraña es que no practique con más frecuencia ese cuerpo a cuerpo: ya se sabe que en Cádiz se dice que Carlos Díaz no sólo perdió la alcaldía por su propio partido y el acoso mediático, sino por Jesús Hermida que solía invitar a Teófila a sus programas televisivos.

Esta semana, la regidora de San Juan de Dios tuvo dos salidas estelares a la arena pública. La primera y la más sonada, en el programa “Ratones coloraos”, que dirige Jesús Quintero para Canal Sur y que la reunió bajo el mismo paraguas audiovisual con otros invitados de fuste: para algunos, Teófila es como un chiste de Pajares y de Esteso juntos, pero para otros, es como una entrañable balada de José Luis Perales. Y entre ambos extremos, se movió su conversación al vaivén de los silencios de Jesús Quintero, que son como los del vaporcito de El Puerto en noches de levante en calma. Habló de política pero habló de sí misma, con una rara intimidad que es la que sin duda la familiariza con su electorado y de la que tanto tendrían que aprender sus adversarios si pretenden derrocarla como insólita sucesora de Fermín Salvochea.

Esa telegenia con la que cuenta como visita cada vez menos su Cantabria natal y cuando narra la convivencia con su padre en Cádiz, a punto ya de ser nonagenario, le prometen más votos que todas las fotos con inauguraciones propias o ajenas que se haga al cabo del día.

La segunda dosis en vena de teofilina la disfrutamos en el programa La Ventana Andalucía de la cadena Ser, el pasado jueves, a partir de una entrevista realizada al alimón y a escala autonómica por los competentes periodistas gaditanos Fernando Pérez Monguío y Pedro Espinosa. Tras una primera parte amable y en la que la invitada pudo lucirse con las cosas de la vida, las preguntas entraron a saco sobre asuntos tan dispares como las chanzas de la parlamentaria Montserrat Negrera, del PP de Cataluña, sobre el acento andaluz de Magdalena Álvarez y que ella volvió a criticar, a la trama de corrupción que planea como una espada de Damocles sobre su partido: Teófila Martínez vino a confirmar que el PP de Andalucía había hecho los deberes respecto a las elecciones autonómicas de 2004, en las que ella no era la principal candidata, y que quien había incumplido los trámites ante la Cámara de Cuentas era la empresa Rial Green, que fue quien le hizo la campaña y que forma parte del extraño árbol genealógico de Special Events.

Por lo demás, volvió a sus escenarios habituales y no perdió comba a la hora de criticar que la Junta de Andalucía lleve dos años sin saber qué hacer con las instalaciones de Delphi: cuando no vienen las empresas que anunciaron en su día su interés por las mismas, a la que parece más decidida a instalarse en la Bahía no le viene bien la factoría.

Sus rivales le acusan de cinismo, pero ella sonríe y le pregunta a cualquier transeúnte cómo anda su nieta. Y a ambas llega a llamarlas por su nombre. Quizá ese sea su secreto para eternizarse como alcaldesa conservadora de una ciudad que se dice de izquierdas. Pérez Monguío le preguntó, por cierto, por su propia sucesión y si iba a dar alguna vez la oportunidad de relevarla a los jóvenes gaditanos del Partido Popular. También estuvo torera en la respuesta: brindis al sol.