Los ricos
En plena vorágine de noticias catastróficas en torno a la crisis, nos llega la información de los destrozos que la miserable economía de estos meses ha hecho en las sólidas fortunas de los multimillonarios. La revista Forbes, que cada año publica por riguroso orden el monto de esas fortunas, nos ha dejado sin palabras. Aún con las brutales pérdidas de 2008, la suma de las fortunas de los diez primeros multimillonarios asciende a 253.900 millones de dólares, mucho más que el PIB de 20 países de este planeta.
Actualizado: GuardarAún con esas pérdidas, que en muchos casos ascienden a más del 10% de lo que tenían el año pasado pero de ningún modo son comparables a los pingües beneficios del último lustro, uno se pregunta para qué querrán tanto dinero. Por más que lo intenten, nunca podrán gastarlo, y morirán sin haber disfrutado de unos bienes que tienen muchas probabilidades de acabar en la pura nada, ya sea por un golpe de mala suerte en los arriesgados negocios que emprenderán sus herederos, derrochadores o no, ya sea porque gastarán con generosidad lo que nada les ha costado forjar, como demuestra la experiencia y repite la sabiduría popular en cuanto le abres la boca: Padre jornalero, hijo millonario, nieto pordiosero. ¿No sería más sensato quedarse con una pequeña parte con la que vivir holgadamente y desprenderse del resto para evitar esos disgustos que aparecen cuando la Bolsa sube o baja, o se comprueba que la última inversión ha sido o no otro fracaso. Se diría que ser rico consiste en vivir del riesgo y en ser testigo de ganancias y pérdidas millonarias, casi todas virtuales. Porque si la adrenalina no lo pusiera a cien ante inversiones de Bolsa o negocios de burbujas al límite de la ley, sería difícil comprender que se renunciara a tanto por el placer de acumular.
El mundo es maravilloso y conocerlo, al margen de los hoteles y de las limusinas, tiene un atractivo que difícilmente descubrirán quienes como el Mister Scrooge de Dickens, no hacen otra cosa que contar monedas.