Opinion

ETA y el 'juego' electoral

Para el PNV, el pulpo es un animal de compañía, y digo esto porque me recuerda a aquel anuncio de TV en el que se ve al dueño de un juego de mesa que se lo quiere llevar si no le aceptan esa definición, ya que estaba perdiendo.

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A la mesa del juego electoral, los partidos abertzales se han sentado como el resto, sabiendo las reglas, y hay que ser coherente, y si admites dichas normas antes del inicio, acéptalas también cuando se termine, y no sólo si te benefician o no te perjudican. Y aunque hayas sacado la mayoría, pero no absoluta, tendrás que aceptar la suma de varios partidos cuyo resultado sea la tan deseada mitad más uno.

En la recién acabada legislatura, Ibarretxe, como no tenía los votos suficientes para convertirse en presidente autonómico, se dejó querer por algunos de los votos de la formación que representaba al ultranacionalismo vasco, y así lo consiguió. Pues eso mismo quiere hacer el representante del PSE-EE, con los votos del PP, para salir lehendakari y gobernar con acuerdos puntuales con todos los partidos de la Cámara vasca.

Pero mucho me temo que el PNV va a entrar en una fase de rabietas en barrena, como sucedió y protagonizó el PP en 2004, cuando perdió el poder del Estado después de 8 años, así que no digamos lo que debe de ser perderlo después de casi 30 años de estar adheridos a la cumbre.

Primero fue faltar a la palabra dada, cuando el entonces lehendakari Ibarretxe dijo que haría la consulta sobre su plan cuando ETA dejara las armas. Ahora que todo eso ya ha pasado, ahora que sería posible con el cambio, es la falta de seriedad la que impide cualquier avance ante la pérdida de su mayoría absoluta; qué lejos quedan los orgullosos valores vascos que se pregonan allí tanto y que tanto han dado que hablar.

Manu B. Rodríguez.

San Fernando