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LA ROTONDA

De la crisis económica a la social

El Puerto: 17 trabajadores de Barcons en huelga de hambre para cobrar lo que les corresponde. San Fernando: decenas de empleados se concentran cada día en las obras del tranvía para exigir un puesto de trabajo. La Sierra: Cientos de agricultores exigen una solución a la falta de empleo y se encierran en bancos, asaltan delegaciones de la Junta e incluso toman barcos al abordaje en pleno muelle de Cádiz.

IGNACIO MORENO BUSTAMANTE imoreno@lavozdigital.es
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Podemos tomarlo como queramos. Pensando que son casos aislados, gente que sólo quiere llamar la atención, o podemos pensar que es el germen de algo.

Cádiz se asfixia, se queda sin aire. A ritmo de 4.000 parados más al mes de media. En total, más de 150.000 en la provincia. Más que todos los habitantes de la capital juntos. Es alarmante. Pero parece que no lo quisiéramos ver. Como el día que fuimos al banco -hace cinco o seis años- a contratar nuestra altísima hipoteca y no quisimos pararnos a pensar que igual un día el Euríbor se dispararía. Como no quisimos ver que si incluíamos en la misma el coche y las vacaciones de verano, a lo mejor un día no podríamos pagar tanto crédito.

Bien sea por los analistas económicos, esos especialistas sesudos que hablaban de bonanza económica y que predecían un futuro más que boyante para todos, bien sea porque nos creímos aquello de «España va bien», o simplemente por la facilidad con que se nos concedían los créditos, lo cierto es que todos pensamos que éramos más ricos de lo que realmente éramos. ¿Por qué irme de alquiler si puedo ser propietario? ¿Por qué ser propietario de una casa de 120.000 euros si puedo serlo de una de 240.000?

La mala gestión, en general, de la economía doméstica de muchos de nosotros, unida a la pésima gestión económica de los gobiernos y la ambición de los bancos y los especuladores inmobiliarios nos han llevado a donde estamos. A las concentraciones de protesta, a las huelgas de hambre... a las puertas mismas de las revueltas callejeras.

La crisis económica que ahoga al mundo entero está a un paso de rolar a crisis social con todas sus letras. Y posiblemente, por pura estadística, hay muchas posibilidades de que cuando llegue a España, empiece por aquí, por el sur.

Si pensamos que eso de la revueltas sociales es algo exclusivo de los griegos o de los habitantes de Lampedusa, estamos cometiendo un gravísimo error. En ambos casos, tan sólo bastó una mecha para que explotara la bomba. La llegada de inmigrantes en el caso de la isla italiana, la muerte del joven Alexis Grigoropulos en el de los helenos. Aquí, con semejantes cifras de desempleo, con las pésimas perspectivas que tenemos a medio plazo, estamos expuestos a que en cualquier momento salte la chispa. Sin ir más lejos, pudo ocurrir un verdadero altercado de orden público el pasado viernes, cuando los jornaleros de la sierra se concentraron en la plaza Asdrúbal. En principio, sus intenciones eran pacíficas, pero un malentendido con un agente provocó cargas policiales.

La situación se volverá a dar, seguro, más pronto que tarde. Y entonces quizá un mal golpe, un insulto, un encontronazo, destape la caja de los truenos.

¿Qué haría usted si se viera en el paro, a tres meses de que se le acabe la prestación y con dos hijos en el mundo? ¿O qué piensa hacer, si ya está en una situación similar? ¿Qué hacen los encargados de buscar soluciones, de tomar decisiones, al margen de repetir que hay otros caminos más allá de la violencia o de la revuelta social? ¿Piensan que esos padres desesperados no lo saben? ¿Piensan que les agrada buscar una piedra con la que romper un escaparate? ¿Creen que son ultras de un equipo de fútbol con ganas de camorra?

Desde antes de tomar posesión como nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama ya mostró su preocupación por afrontar sus cuatro años de mandato sin que se produjeran conflictos sociales. Puede que lo consiga o puede que no. De su política económica, de sus decisiones, depende. Pero al menos lanza un mensaje de tranquilidad. Al menos reconoce ser consciente de que existe el problema. Aquí, nuestros obamas miran para otro lado, riñen al niño por portarse mal con un discurso más que aprendido. Pero no toman medidas.

El panorama es desalentador. El mes pasado, Octavio Granado, secretario de Estado español de la Seguridad Social, asistió en Lisboa a la Reunión Regional Europea de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la que se debatía sobre cuestiones laborales relacionadas con la crisis económica. Y tras tomar parte en profundos debates y prestigiosísimos grupos de trabajo, sus conclusiones fueron tales como que «para salir de la crisis hay que trabajar codo con codo»; que los trabajadores deben tener «mayor responsabilidad»; que «hay que mejorar las condiciones laborales» y, la guinda: «No es posible salir de la crisis sin determinación».

¿Recuerda usted aquello de Si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra, que gritaban los de Delphi? Pues eso.