CUESTIONADO. Durao Barroso responde a las preguntas de los periodistas durante una rueda de prensa en el Europarlamento. / EFE
MUNDO

Pugna por el poder en Europa

La incertidumbre sobre el marco jurídico complica la sucesión en los órganos de la UE y la OTAN

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El rechazo irlandés al Tratado de Lisboa y la morosidad con la que las autoridades de Dublín encaran la celebración de un nuevo referéndum -tendrá lugar probablemente en octubre- para reconducir la situación están causando grandes inconvenientes al desenvolvimiento de las actividades de la Unión. Las instituciones europeas tienen dos citas importantes en el corto plazo, que coinciden, además, con la designación del nuevo secretario general de la OTAN, un puesto que, como decía quien lo ocupara tiempo atrás, lord Carrington, «cuenta con poder real».

El próximo junio, entre el 4 y el 7, tendrán lugar elecciones al Parlamento europeo. El hecho de que el Tratado de Lisboa no se encuentre en vigor implica que el marco jurídico en base al cual el evento será organizado es el Tratado de Niza, que prevé una cámara de 736 diputados.

Sin embargo, con casi total certeza, en el transcurso de la legislatura entrará en vigor el Tratado de Lisboa, que cifra en 751 el número de escaños comunitarios. Como no parece razonable organizar unos comicios para cubrir la diferencia una vez el nuevo marco jurídico se encuentre en vigor, se barajan actualmente -el Parlamento europeo ha aprobado esta semana un informe al respecto- la posibilidad de que los quince eurodiputados de más que prestarán servicio en la institución una vez aprobado el nuevo Tratado sean elegidos a título provisional, y ocupen sus escaños en tanto que observadores.

La designación del nuevo presidente de la Comisión y de su equipo plantea mayores dificultades. El Tratado de Niza obliga a que el nuevo Ejecutivo comunitario, que tiene veintisiete miembros, prescinda de alguno de ellos, mientras que el Tratado de Lisboa determina que el número de integrantes de la Comisión equivaldrá a dos terceras partes del de socios de la UE de 2014 en adelante.

Sucede que Irlanda ha obtenido del Consejo Europeo, para plantearse la posibilidad de convocar a sus ciudadanos a un nuevo referéndum sobre el Tratado de Lisboa, la posibilidad de mantener su comisario en cualquier circunstancia, lo cual, automáticamente, determina que la Comisión Europea tendrá, en el futuro, tantos integrantes como Estados miembros.

El embrollo jurídico que resulta de este entrecruzado de textos jurídicos, compromisos políticos y calendarios conduce a que en junio próximo el Consejo Europeo no nombre al presidente de la Comisión, sino que «ponga en marcha el proceso» para designarlo cuando esté claro qué tipo de Comisión va a encontrarse operacional los próximos cinco años.

El 'paquete'

El ovillo jurídico no frena, sin embargo, las ambiciones nacionales y personales que se postulan para el reparto del pastel. Barroso, que se postulaba para sucederse al frente de la Comisión, ve actualmente sus aspiraciones suspendidas de un globo. Desde mediados del año pasado se especula con la posibilidad de que el Partido Popular Europeo (PPE), su principal valedor en la Eurocámara, decida hacerle caer como castigo por el fracaso del referéndum irlandés del pasado año. Sarkozy, uno de sus defensores, no dio la impresión de sostenerle, durante la última cumbre extraordinaria del pasado día 1. Y Aníbal Cavaco Silva, el presidente portugués, se descolgó hace un par de semanas con unas declaraciones advirtiendo de la «injusticia» que supondría hacerle pagar a Barroso el fracaso de la UE en Irlanda.

En Lisboa se da por hecho que Angela Merkel y Nicolás Sarkozy ha tratado esta semana la sustitución de Barroso al frente de la Comisión, pero no existen aún indicaciones de con qué resultado.

Aunque no exista una vinculación formal, lo cierto es que la presidencia de la Comisión forma paquete con la de la OTAN y con la del Parlamento europeo. A la segunda opta extraoficialmente el actual primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, pero Estados Unidos querría situar en el cargo al ministro canadiense de Defensa, Peter MacKay.

Si Rasmussen, que parece contar con el apoyo de Brown, Merkel y Sarkozy, no consiguiera el cargo, al que también opta el ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, podría optar a sustituir a Barroso e, incluso, a Solana, al frente de la muy poderosa (bajo el Tratado de Lisboa), vicepresidencia de la Comisión y Alta Representación para la PESC.

Pero también suena para la presidencia de la Comisión el actual primer ministro holandés, Jan-Peter Balkenende. Para vicepresidente de la Comisión y, simultáneamente, Alto Representante se postulan más o menos abiertamente Michel Barnier, Carl Bildt, Jaap De Hoop Scheffer -actual secretario general de la OTAN- y Tony Blair. Y la presidencia del Consejo Europeo (bajo Lisboa) es ambicionada por Blair, el mismo Barroso y Bertie Ahern, ex primer ministro irlandés.

Sea cual fuere el marco jurídico, las ambiciones en Europa están ya desatadas.