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PUBLICACIÓN HISTÓRICA

461 años de vida en 190 páginas

'Historia de la Hermandad de Nuestra Señora de la Piedad y Santo Entierro de Jerez' es monografía cofrade presentada el jueves en El Calvario; hoy es hojeada junto a su autor, Vicente Bellido Castellano

GABRIEL ÁLVAREZ
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Parecía mentira que una cofradía que hace pocos años conmemorara cuatro siglos y medio de vida no dispusiera de una monografía histórica acorde con semejante trayectoria. Quizá por ello hace años que, como hormiguita que iba sumando pequeñas aportaciones en artículos que los cofrades podían conocer a través de las páginas de la prensa a lo sumo, Vicente Bellido Castellano, jovencillo cofrade de la Piedad cuando comenzaba sus investigaciones, se puso en marcha.

La noche de este pasado jueves quedó resuelta la carencia con la esperada presentación del libro 'Historia de la Hermandad de Nuestra Señora de la Piedad y Santo Entierro de Jerez'. El trabajo cuenta con prólogo de Domingo Díaz en el que el hermano mayor recomienda leerlo "con los ojos amables de la memoria, recreándose en la nobleza y lealtad de nuestro histórico Jerez de la Frontera desde la perspectiva cofrade".

De eso se trata cuando, hojear sus páginas evoca al Jerez tardo-medieval, los mercedarios llegando a la ciudad, el nacimiento de la Hermandad en el Convento de la Patrona, sus reglas fundacionales, la imagen primitiva de crucificado portado tras el estanda con correajes y carcaj por un hermano presumiblemente descendible ya para convertirlo en yacente, la primitiva imagen de la Virgen de la Piedad o el primer acuerdo con los frailes para que los cofrades contaran con capilla propia en La Merced.

Aquellas raíces ancladas en tiempos de difícil documentación cobran en las páginas de Bellido carácter de entrañable buceo en el tiempo. De ese modo, aparecen la coexistencia de hasta tres hermandades del Santo Entierro en la ciudad, la Capilla del Calvario, las indulgencias concedidas a finales del XVI o como, a partir, son las estaciones de penitencia. De la consolidación en siglos posteriores, con la llegada del acuerdo municipal perpetuo de acudir oficialmente a la Procesión del Santo Entierro o la donación de la Urna y el encargo de la imagen actual del Señor, se da cuenta con riqueza de detalles delmismo modo que tampoco se escatiman cuando toca, en el XVIII, la supresión de las cofradías.

Y también se localizan en sus páginas el retablo antiguo de la Capilla, la bendición de la nueva Virgen con San Juan y las tres Marías, La Chacha y su paso alegórico del triunfo de la Cruz, la Invasión Francesa, los milagros, las nuevas gracias e indulgencias concedidas, el Vía-Crucis de los Jardines del Monte, las idas procesionales de la Hermandad del Nazareno al Calvario desde el XIX, la ayuda en la refundación de la Hermandad de la Soledad, la Archicofradía de Lourdes, los títulos de Real y Pontificia o la procesión, por parte de los cofrades de la Piedad, del Cristo de la Viga de la Colegial...

La obra merece mucho la pena, entre otras razones porque -basta comprobar la lista de singularidades de la cofradía- son muchas las cuestiones que se necesitaban contar con fundamento.